2.- El llanto de un inocente


En el pueblo de Tierra Caliente, la familia con mayor poder son los Montenegro, familia de ganaderos integrada en su última generación por dos hermanos, Lucio de 35 años y Damián de 33, ambos eran temidos y respetados por todos en el pueblo, eran conocidos por todos como dos hombres viriles y de fuerte carácter.
Lucio es el administrador de todo mientras que Damián más despreocupado le gusta viajar y disfrutar de la vida, precisamente acaba de regresar de un viaje.
En su cuarto dentro de la Hacienda, Damián daba rienda suelta a su pasión, penetraba salvajemente a dos putas que gemían al sentir entrar y salir el miembro del musculoso rubio. La fama de Damián como semental era conocida en todo el pueblo y las dos mujeres gozaban y sufrían al ser embestidas por el más joven de los Montenegro.
En su habitación, Lucio el hermano mayor escuchaba los gritos de las prostitutas y no pudo evitar excitarse... sintiendo el bulto en su entrepierna, necesitaba desfogarse, por lo que salió de su cuarto.
Entretanto, Bruno, el capataz jugueteaba con una de las criadas de la Hacienda cuando escuchó la fuerte voz de su patrón llamándolo.
B: ordene usted patrón ¿qué necesita?
L: en dónde está el nuevo criado, el que me trajiste hoy en la noche...
B: ah pues lo mandé a dormir en una de las caballerizas...
L: pues ve por él y tráemelo...
B: como ordene patrón...
L: no espera, mejor yo voy por él...
El capataz sonrió maliciosamente al ver salir a Lucio rumbo a las caballerizas.
Juan apenas estaba conciliando el sueño, cuando la caballeriza se abrió y Lucio entró, cerró la puerta y llegando hasta el catre del chico le tapó la boca oprimiéndolo fuertemente. Juan muy asustado abrió los ojos y vio a su agresor.
L: no te asustes, vine para terminar lo que habíamos empezado..
Lucio soltó a Juan que dijo: qué hace señor, por favor déjeme ir...
L: ya vas a empezar a chillar, entiende que soy tu amo y te puedo hacer lo que quiera y hoy quiero estrenarte...
Sollozando, el chico dijo: por qué yo...
L: ya te dije que me gusta marcar lo que es mío y a mis putas o putos las marcó con "esto" - dijo el hombre agarrándose el bulto de su entrepierna.
El joven sintió que Lucio se abalanzó sobre él besando su cuello e intentando quitarle la ropa, pero Juan se resistía.
L: más te vale que te dejes o al que le va doler es a ti, yo te chingo porque te chingo...
J: por favor déjeme ir, no me haga esto...
Juan sentía los besos calientes de Lucio y sus grandes manos recorrer lascivamente su cuerpo, las manos del mayor llegaron hasta sus nalgas masajeándolas intensamente.
L: Bruno tuvo buen ojo, me trajo un putito muy rico, creo que lo voy a premiar...
Las lágrimas de Juan se escurrían por su rostro mientras intentaba defenderse, en eso sintió que Lucio se levantaba para comenzar a quitarse la ropa.



Primero la camisa dejando ver un cuerpo muy musculoso lleno de vellos que lo hacían ver muy varonil.

Asustado, Juan vio como el ojiverde se desabrochó el cinturón bajándose el pantalón revelando un enorme bulto y una "boa" intentando salir de esa apretada trusa negra

Asustado, Juan vio que el ojiverde se desabrochó el cinturón bajándose el pantalón revelando un enorme bulto y una "boa" intentando salir de esa apretada trusa negra.
Las piernas del macho eran igual de velludas y gruesas; el hombre parecía un toro parado en dos piernas por su musculatura. El chico estaba aterrado cuando vio a Lucio a punto de despojarse de la última prenda.
Sin apartar la mirada de su presa, el macho se bajó la trusa mostrando su imponente virilidad que era enorme y estaba erecta lista para introducirse en el asustado e indefenso muchacho. Además de una verga gruesa, los huevos de Lucio también eran grandes y lucían hinchados pues estaban llenos de semen.
Lucio se agarró la verga y dijo: ¿te gusta lo que ves? esto te va entrar en el culo...
Aterrorizado y en un último intento de defenderse, Juan se levantó velozmente y empujando a Lucio intentó huir pero tropezó con la paja y cayó antes de llegar a la puerta. Desnudo, Lucio se abalanzó sobre el inocente chico y para tranquilizarlo le dio una bofetada que hizo gritar al joven.
L: grita todo lo que quieras, nadie va a venir a defenderte, soy tu dueño y puedo hacerte lo que quiera, entiéndelo...
Sin esperar más, Lucio desgarró la ropa de Juan dejándolo solo en trusa. La cruz de madera que el joven llevaba en el cuello cayó entre la paja mientras el pobre muchacho rogaba el cielo para que lo salvara y no perdiera su inocencia.
El hombretón besaba lascivamente todo el cuerpo del chico que no dejaba de llorar. Juan se sentía atrapado por el peso del hombre sin tener las fuerzas para aventarlo, en un último intento dio una patada en la entrepierna desnuda del salvaje que hizo que Lucio se levantara un momento y Juan aprovechó para zafarse, sin embargo el hombresote lo agarró de los cabellos y lo detuvo.
L: esto te va pesar pinche puto, ahora voy hacer que te duela, no me vas olvidar nunca...
Y Lució desgarró la trusa de Juan dejándolo completamente desnudo, lo tumbó boca abajo en la paja y se montó sobre él, abrió sus nalgas y sin ninguna preparación, el toro clavó su verga en el virginal culo de Juan que gritó al sentir la invasión...
J: aaaaaaaaaggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhhhhh...

L: esto te va pesar pinche puto, ahora voy hacer que te duela, no me vas olvidar nuncaY Lució desgarró la trusa de Juan dejándolo completamente desnudo, lo tumbó boca abajo en la paja y se montó sobre él, abrió sus nalgas y sin ninguna preparación...

Al ser un culo virgen, la verga de Lucio no se fue al fondo pues los músculos del ano intentaron defenderse del intruso, pero el mayor de los Montenegro era un experto en desflorar mujeres y hombres, por eso retiró un poco la verga, tomó impulso y volvió a clavarla con mayor fuerza rompiendo las defensas y metiéndose hasta el fondo.
Lucio se acercó al oído del chico y le dijo: ya te rompí la virginidad, estoy dentro de ti y no puedes hacer nada para sacarme
Juan sentía desgarrada su intimidad y sentía mucho dolor al tener en el interior esa verga que se movía como si fuera dueño de su cuerpo.
Lucio no esperó a que el dolor pasara sino que sacó su miembro que salió lleno de sangre debido a la brusquedad de la intrusión solo para volverlo a meter y dar inicio al mete y saca que hizo gemir al chico que se encontraba debajo del semental, quien sin piedad invadía su interior. Juan lloraba sin cesar aferrándose con sus manos a la paja. Entonces sintió como el hombre sacó su verga y lo volteó para quedar frente a frente con él. Juan creyó que todo había terminado pero solo era el inicio. Lució abrió las piernas de Juan y se las echó al hombro, sin piedad embistió al muchacho introduciéndose aún más profundamente. ¿Qué podía hacer ese chico de frágil complexión contra esa bestia llena de músculos y virilidad? 



Aghhhhhhhh gritó Juan mientras cerraba los ojos para no ver la cara de triunfo que se dibujaba en el rostro de Lucio, que sentía la estrechez de ese culo provocándole un enorme placer.
L: el culo de los putos siempre son los más apretados pero el tuyo está tan estrecho, se ve que nunca te habían metido ni un dedo
J: aghhhhh, no más ahhhh ahhh por favor
Los huevos del toro chocaban con las firme nalgas y en la caballeriza solo se escuchaba el golpeteo de ambos cuerpos chocando.


L: el culo de los putos siempre son los más apretados pero el tuyo está tan estrecho, se ve que nunca te habían metido ni un dedoJ: aghhhhh, no más  ahhhh ahhh por favorLos huevos del toro chocaban con las firme nalgas y en la caballeriza solo se ...

De pronto la verga de Lucio dio en el punto exacto dentro de Juan y este abrió los ojos al sentir cierto placer con las embestidas del hombre, entonces este sonrió al notar que los gemidos del chico pasaron de ser de dolor a ser de éxtasis.
J: ah por favor señor ah ah ah ah
L: ya te está gustando verdad, ah disfrútalo no cualquier puto tiene la suerte de ser desflorado por Lucio Montenegro ahh
Lucio aceleró sus penetraciones a un ritmo frenético y Juan sentía que le faltaba el aire, sentía que iba a desmayarse por la intensidad del acto.
J: ah ah ah ah ah aghhhhhh 
Juan mordía sus labios para no seguir gimiendo pues sus gemidos excitaban más al toro desbocado pero no podía hacer nada para evitarlo, el intruso que se adentraba le inyectaba fuego en las entrañas.
L: nunca me vas a olvidar porque fui el primero, en tu interior siempre llevarás restos de Lucio Montenegro



Lucio se inclinó para morder la oreja de Juan provocando que este gimiera aún más fuerte, en ese momento el semental aumentó sus penetraciones a un ritmo imposible hasta que el macho sintió que iba a correrse, entonces sacó de golpe su verga y lanzando un gruñido de bestia salvaje empezó a correrse fuera del culo de Juan bañando a su víctima con leche caliente y espesa.
Juan sintió como sobre su cuerpo caían varios chorros de leche que eran expulsados de la gruesa verga de Lucio que se hinchaba para escupirlo. El semen cayó en su pecho y en su rostro, teniendo que cerrar los ojos. Cuando los abrió, Lucio resoplaba y se limpiaba el sudor, la imagen estaba cargada de masculinidad, el macho se había desfogado y Juan solo era un recipiente más para bajar la calentura del hombre.
Lucio se sintió orgulloso al ver a Juan manchado con su semen, estaba marcado como él deseaba y más disfrutó al ver el culo destrozado de su víctima. Ahora el orificio lucía más abierto, palpitando y sacando sangre.
L: ah ah ah me deslechaste muy bien y eso que hoy en la tarde una puta me la mamó pero no hay como un buen culo para quitarse las ganas.
Lucio se levantó y con esa boa colgándole entre las piernas agarró su pantalón, se lo puso, se abrochó el cinturón y llevándose la camisa al hombro, el semental salió de la caballeriza sin decir más.


Juan desnudo tirado en la paja, intentó levantarse pero un fuerte dolor en su trasero lo hicieron caer nuevamente, en eso encontró la cruz de madera que se le había caído y tomándola en sus manos lloró amargamente

Juan desnudo tirado en la paja, intentó levantarse pero un fuerte dolor en su trasero lo hicieron caer nuevamente, en eso encontró la cruz de madera que se le había caído y tomándola en sus manos lloró amargamente. Ya no podía hacer nada más que llorar, pues el perverso Lucio Montenegro lo había marcado para siempre.
**********
Era casi de madrugada cuando el padre Abraham despertó a Gabriel para pedirle que fuera al río por agua. La iglesia quedaba a unas cuadras del afluente por lo que el joven sacristán a medio dormir tuvo que obedecer lo que el viejo párroco le ordenaba.
Cuando Gabriel llegó vio que el agua de ese río era clara y transparente, él casi no había podido dormir por el calor que hacía en ese lugar. Al ver que no había nadie, el joven se despojó de su ropa y se metió a bañar.... sentía que el agua fría calmaba un poco ese calor que lo abrasaba.
Gabriel se sintió feliz y nadó por un rato mojando todo su cuerpo. Al salir, dio gracias a Dios por ese momento tan refrescante y comenzó con la tarea de acarrear baldes de agua a la Iglesia.

Al salir dio gracias a Dios por ese momento tan refrescante y comenzó con la tarea de acarrear baldes de agua a la Iglesia

Fue después de varios acarreos cuando Gabriel vio que del otro lado del río, alguien se metía al agua con todo y ropa. El sacristán no lograba observar quién era hasta que cuando el desconocido llegó casi a la mitad del afluente,  pudo distinguir el rostro y ver que se trataba de Juan, el mismo chico que un día antes había visto en la iglesia platicando con el padre Abraham.
Pero lo que más llamó la atención del sacristán fue que el joven lloraba mientras se echaba agua sobre el rostro, pero lo hacía de una manera brusca como si quisiera quitarse una mancha que el agua no podría borrar.
Al ver que el joven lloraba más y más, Gabriel decidió que tenía que hacer algo y caminó hacia donde él estaba y le gritó: Juan, Juan, ¿te ocurre algo?
Juan no escuchaba a Gabriel, estaba ensimismado lavando su cuerpo del brutal ataque que vivió hace sólo unas horas.
Por la mente de Juan se repetían las mismas imágenes, Lucio penetrándolo salvajemente, diciéndole que era su dueño. La ira y el dolor del chico le impedían escuchar a Gabriel.
El sacristán al notar que no era escuchado decidió meterse al río, también con ropa, por ello le fue difícil llegar hasta donde estaba Juan.
Cuando por fin estuvo frente al muchacho, Gabriel le dijo: Juan ¿qué te pasa? ¿te ocurre algo? contéstame Juan ¿qué te pasa?
Juan estaba en shock, continuaba lavándose el cuerpo, hasta que Gabriel lo tomó por los hombros y lo detuvo diciéndole: Acaso no me escuchas, ¿qué te pasa Juan?
Hasta ese momento, Juan vio al chico que estaba frente a él, vio a ese joven de mirada misteriosa pero angelical, sin embargo el daño recibido era mucho por lo que sólo pudo reaccionar de manera salvaje: suéltame, ¿quién eres? yo no te conozco, déjame...
G: yo sé que no me conoces pero no me temas, me llamo Gabriel y soy el nuevo sacristán de la Iglesia, yo te vi platicando ayer con el padre Abraham, ¿lo recuerdas?
J: ¿el padre Abraham? el padre Abraham es un mentiroso, es un mentiroso...
G: ¿por qué dices eso?
J: porque él me dio esta cruz, me dijo que me protegería y desde que la tengo me han pasado las peores cosas de mi vida, no la quiero...
En un arranque de ira, Juan se quitó la cruz de madera del cuello y la arrojó al río.
Gabriel se sorprendió por la acción pero veía en los ojos de aquel chico mucho dolor y pensó: Dios, perdónalo, está aturdido y no sabe lo que hace...
G: por favor Juan dime ¿qué fue lo que te pasó?
Juan no pudo contestar la pregunta y se echó a llorar como un niño... Gabriel sólo pudo abrazarlo sintiendo que el chico temblaba en sus brazos y fue así al tenerlo tan cerca que pudo observar que los brazos del joven así como su cuello tenían varias marcas parecidas a chupetones.
La corriente del río empujaba a ambos, por lo que Gabriel le dijo a Juan que debían ir a la orilla, pero el chico se resistía, sin embargo el sacristán logró llevarlo poco a poco hasta la orilla y ya estando ahí lo sacó del río... ambos estaban empapados, aunque al sacristán lo que le preocupaba era que Juan no dejaba de llorar.
G: por favor Juan tranquilízate y cuéntame que es lo que te pasa, confía en mí por favor...
J: yo no puedo...
G: sea lo que sea, te aseguro que puedo ayudarte...
J: nadie puede ayudarme ni cambiar lo que me pasó...
G: dime una cosa, lo que te pasó tiene que ver con estas marcas que tienes en tu cuerpo...
Avergonzado, Juan se retiró e intentó huir pero Gabriel lo detuvo y le dijo: yo sé que tienes miedo, pero hay de dos o me cuentas lo que te pasa y quizás yo pueda ayudarte o sigues llorando sin hacer nada, tú decides...
**********
En la Hacienda Montenegro, Lucio desayunaba en el comedor cuando escuchó que su hermano Damián bajaba.
L: pensé que te levantarías más tarde después de la peda que te cargabas ayer cuando regresaste...
Damián se sentó y dijo: me duele mucho la cabeza...
L: no es para menos, ayer bebiste demasiado y dime ¿ya le pagaste a tus putas o siguen dormidas en tu cuarto?
D: No, ya se fueron...
L: espero que no se hayan robado nada...
D: tranquilo hermano, si hace falta algo, yo te lo pago...
L: que fácil dices yo te lo pago cuando ni siquiera haces nada para ganarte lo que tienes...
D: pues tú eres el administrador de todo ¿no? y pues dentro de lo que administras también está todo lo mío, la herencia de mis padres...
L: lo sé, pero al igual que yo deberías trabajar para cuidar de nuestra fortuna, sin embargo prefieres vivir de viaje y de juerga...
D: no empieces Lucio, no te la des de hermano mayor que por eso no tengo vieja porque no quiero que nadie me sermonee...
L: no te estoy sermoneando, sólo te digo lo que pienso...
D: y ya sé que tú piensas lo peor de mí, pero pues así soy y no voy a cambiar porque tú me lo digas...
L: eso ya lo sé, pero dime ¿te vas a quedar o piensas irte de nuevo de viaje?
D: todavía no lo sé, yo soy un ave de paso hermano y si no sé qué haré esta noche menos qué haré mañana...
L: pues haz lo que quieras, yo me voy a trabajar, que te aproveche el desayuno...
Sonriendo cínicamente, Damián le dijo: que te aproveche el trabajo hermano mayor...
Lucio salió de su casa gritando: Bruno, Bruno...
El capataz tardó en aparecer y dijo: dígame, qué se le ofrece patrón...
L: ¿dónde diablos andabas? Tráeme mi caballo que voy a salir...
B: disculpe patrón pero es que...
L: es que ¿qué? habla de una vez...
B: es que Juan, el chamaco que le traje ayer, pues no lo encuentro por ningún lado, creo que se escapó...
L: ese marica imbécil, tráeme el caballo y encárgate de encontrarlo, si no lo haces entonces echa a su padre de una vez a la calle y déjale un "recuerdito" para que entienda que con los Montenegro no se juega, ¿entiendes lo que te digo?
B: sí patrón y así lo haré...
El capataz se fue por el caballo, en tanto Lucio pensaba: me la pase muy bien anoche pero no por eso voy a liberar a ese muchachito...
**********
En la iglesia de San Sebastián, dentro del cuarto de Gabriel, Juan se cambiaba con ropa prestada por el sacristán, en ese momento este llegó y le dijo: veo que te queda bien la ropa que te presté, acabo de terminar con mis labores en la misa, dime ¿cómo te sientes? ¿ya estás mejor?
Juan veía extrañado la amabilidad del castaño y preguntó: ¿por qué me ayudas? tú no me conoces y sin embargo me tratas como si fueras mi amigo...
Gabriel sonrió y respondió: pues te ayudó porque veo que estás sufriendo y es labor de los buenos cristianos apoyar a quienes lo necesitan...
J: gracias...
G: no me agradezcas que aún no he hecho nada, ahora si cuéntame lo que te sucede ¿le pasó algo a tu papá?
J: ¿cómo sabes de él?
G: bueno, es que el padre Abraham me contó un poco de ti y por eso sé que tienes algunos problemas económicos, dime ¿le pasó algo a tu papá?
J: ¿Mi papá? mi papá me vendió para cubrir parte de su deuda y que no le echaran de su casa...
Lágrimas se escurrieron por las mejillas de Juan mientras decía lo que su padre había hecho.
G: ¿qué dices? pero cómo pudo tu padre hacer algo así...
J: pues lo hizo, me vendió y ahora mi dueño es el señor Montenegro...
G: ¿Montenegro? dices Montenegro...
Al escuchar ese apellido, Gabriel recordó que fue así como el cantinero llamó a aquel hombre musculoso y rubio que lo humilló en la cantina.
J: sí mi padre me vendió a la Hacienda Montenegro para que yo sea un criado...
G: y supongo que tú te escapaste de ahí, ¿es que no quieres trabajar como criado ahí?
J: no es sólo por eso, sino porque el señor Montenegro me...
Juan no pudo continuar hablando y rompió en llanto.
G: ¿qué pasa? Juan ¿qué te hizo ese tal señor Montenegro?
Juan no respondía, sólo lloraba avegonzado tapándose la cara. Al hacerlo, Gabriel volvió a ver las marcas en el cuerpo del muchacho y entonces entendió lo que ocurría.
G: Juan no me digas que...
Sollozando, Juan confirmó sus sospechas: sí, el señor Montenegro abusó de mí, me violó, me violó...
Gabriel se levantó hecho una furia y gritó: pero ese tipo es un desgraciado, ¿cómo pudo hacerte eso? no tiene perdón de Dios, es un criminal, un violador.
Juan se sorprendió por la reacción del joven sacristán que hasta ese momento había mostrado un lado dulce y amable.
Gabriel dijo: Juan tú no puedes volver a esa Hacienda, debes quedarte aquí...
J: pero mi padre me vendió y seguramente ya deben estarme buscando porque quieren que yo sea un criado más...
G: de ninguna manera, esto no está bien y yo te voy ayudar...
J: ¿tú? pero qué puedes hacer...
G: voy a ir hablar con ese señor Montenegro y le voy a decir sus verdades...
J: no lo hagas Gabriel, él es el más rico y poderoso de Tierra Caliente, te puede hacer daño a ti también...
G: yo no le tengo miedo porque tengo a Dios de mi parte y quién contra él... Ahora regreso...
J: pero Gabriel espera...
El sacristán salió hecho una furia y se topó con el padre Abraham que intentó detenerlo para pedirle un favor, pero Gabriel pasó como un rayo sin detenerse.
**********
Entre tanto, Bruno, el capataz, preguntaba en el pueblo por Juan hasta que una anciana le dijo haberlo visto caminando muy temprano con el nuevo sacristán, ambos iban empapados, le comentó.
Bruno sonrió pues ya sabía donde estaba el chico.
**********
No fue difícil para Gabriel encontrar la Hacienda Montenegro, pues era conocida por todos en Tierra Caliente y preguntando llegó hasta esa enorme propiedad. El sacristán entró y se encontró con una de las criadas a quien le pidió que llamara al señor Montenegro.
Criada: pero ¿quién es usted? ¿para qué lo busca?
G: soy Gabriel Santos, el nuevo sacristán y necesito hablar con él, llámelo pronto...
Criada: pero es que el señor Montenegro no se encuentra...
G: no te creo, te suplico que lo llames o yo mismo gritaré para que salga...
Criada: entienda joven, el señor no está...
Gabriel se internó más adentro de la casa y dijo: eso lo veremos...
El castaño comenzó a gritar ante el asombro de la sirvienta: Montenegro, Montenegro, sal señor Montengro, sal Montenegrooooo...
Damián Montenegro se encontraba reposando la resaca cuando escuchó los gritos y decidió salir para ver quién era, como estaba durmiendo sólo tenía los pantalones de la pijama y su torso estaba desnudo...
Criada: por favor joven cállese...
Gabriel seguía gritando: Montenegro, sal Montenegro...
Damián apareció y dijo con voz fuerte: ¿qué pasa aquí? ¿por qué los gritos?
El sacristán volteó y vio a ese imponente hombre rubio que bajaba las escaleras con el pecho desnudo y el cabello despeinado, el hombre se movía como un león lleno de masculinidad.



D: así que el que gritabas eras tú, el sacristancillo que estaba ayer en la cantinaG: pensé que me equivocaba pero ya veo que tú eres MontenegroCon voz firme y reacia, Damián confirmó: sí yo soy Montenegro ¿por qué?La rabia contenida hizo que la m...

D: así que el que gritabas eras tú, el sacristancillo que estaba ayer en la cantina...
G: pensé que me equivocaba, pero ya veo que tú eres Montenegro...
Con voz firme y recia, Damián confirmó: sí yo soy Montenegro ¿por qué?
La rabia contenida hizo que la mano de Gabriel se estampará en la mejilla izquierda del hombretón que sólo sintió el golpe en su rostro...
G: eres un desgraciado, un cínico, tú no tienes perdón de Dios...
Furioso por la bofetada, Damián gritó: pero qué diablos te pasa, ¿cómo te atreves a venir a mi casa para golpearme?
G: eso es lo que te mereces por lo que hiciste, eres un violador...
El sacristán intentó darle otra bofetada a Damián, pero esta vez el barbado rubio le detuvo la mano, sujetándolo con fuerza...
D: ni una cachetada más curita, no te lo voy a permitir ¿entiendes?
G: qué vas hacer ¿golpearme? hazlo golpéame...
D: yo no acostumbro pegarle ni a mujeres ni a maricas...
Después de decir eso, Damián le hizo una llave a Gabriel dejándolo inmovilizado y se quedó a espaldas de él. El joven intentaba zafarse pero sólo sentía como el mayor lo apretaba fuertemente mientras su cuerpo se pegaba al de él.
G: suéltame, te digo que me sueltes...
D: qué pasa curita, ¿me tienes miedo? o es que nunca has tenido a un hombre tan cerca de ti...
G: eres un cínico, yo no soy cura soy un sacristán y tú eres un desgraciado que se aprovecha de gente indefensa...
D: para el caso es lo mismo y por qué dices que me aprovecho de la gente indefensa, ¿de quién me he aprovechado?
G: de Juan, el nuevo criado de tu hacienda, lo violaste, eres un violador...
D: ¿Juan? ¿qué diablos dices? leer tanto la biblia te hace ver visiones...
Intentando zafarse, Gabriel dijo: no blasfemes y no te hagas el que no sabe nada, abusaste de Juan, lo violaste, no cabe duda que eres un animal...
Apretando aún más el brazo del sacristán, Damián dijo: mira curita yo no conozco a ningún Juan, pero no te voy a negar que soy un animal porque sí lo soy, soy una bestia salvaje con mis enemigos y será mejor que no vuelvas a venir por acá porque te aseguro que te va a pesar...
G: aghhh yo no te tengo miedo...
D: pues más te vale porque puedo hacerte mucho daño...
G: ¿matarme?
D: o te puede pasar lo mismo que a ese tal Juan...
Al decir eso, Damián acercó a Gabriel a su cuerpo y rozó con su entrepierna el trasero del sacristán. quien al sentir el bulto en su retaguardia intentó despegarse, pero el hombre lo tenía apresado.
D: ya entendiste lo que te puede pasar si regresas, así que ahora lárgate...
Sujetándolo fuertemente, Damián llevó a Gabriel hasta afuera de la casa y lo arrojó haciendo que este cayera al suelo.
D: Lárgate a darle tus sermones a los que quieran escucharte...
Damián cerró la puerta mientras que asustado, Gabriel se levantó del suelo... tuvo la intención de volver a entrar, pero sabía que no podía hacer nada y ese hombre le podía hacer daño por lo que tragándose su orgullo se retiró furioso siendo esta la segunda vez que el tal "Montenegro" lo humillaba.
**********
En la Iglesia de San Sebastián, Bruno le preguntaba al padre Abraham por Juan, pero el viejo párroco no sabía nada.
B: mire padrecito más vale que no esté ocultando al chamaco, ya sé que está aquí así que mejor llámelo y no se busque un problema con los Montenegro...
A: pero entiende que él no está aquí, vino ayer pero no lo he vuelto a ver...
B: pues a mí me dijeron que está aquí y si usted me asegura que no está entonces no le molestará que entre a buscarlo...
A: debería bastarte mi palabra, pero como sé que no lo harás y estoy seguro que el muchacho no esta aquí puedes entrar a buscarlo...
El capataz no terminó de escuchar al padre cuando irrumpió en la Iglesia llegando a las habitaciones de la casa y fue fácil encontrar a Juan, quien al ver entrar a Bruno puso una cara de terror.
Bruno sonriendo dijo: con que no estabas aquí... ese padre es un mentiroso y tú, jálale, te regresas conmigo a la Hacienda...
Atemorizado Juan respondió: no, por favor no me lleve de regreso, yo no quiero volver...
B: es una orden del señor Montenegro y si no obedeces entonces te va pesar...
J: es que yo no quiero regresar, se lo suplico dígale que no me encontró y yo me iré de este pueblo para siempre...
Bruno se acercó al temeroso chico y lo tomó del brazo diciendo: mira niño, no hagas las cosas más difíciles, si tú no regresas conmigo al que le va pesar es a tu padre, el patrón ya me ordenó que si no te hallaba echara a tu padre de su casa y además le diera una tremenda paliza... ¿es eso lo que quieres?... que yo mate a tu padre...
Llorando, Juan dijo: no, por favor yo sólo quiero que el señor Montenegro no me haga más daño...
B: vamos, no seas tan maricón, si te portas bien puedes sacarle muchas cosas al patrón, pero no te voy a obligar a venir conmigo...
El capataz soltó a Juan y dijo: vienes conmigo o ahorita mismo voy a casa de tu padre para cumplir con la orden que me dio el patrón, así que tú decides...
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La noche había caído en la Hacienda Montenegro cuando Lucio regresó y se encontró con Damián que estaba arreglado para salir.
L: por lo que veo piensas irte de parranda otra vez...
D: así es, no tengo nada mejor que hacer y si quieres puedes venir conmigo a divertirte...
L: gracias pero yo no acostumbro a ir a los burdeles para meterme con putas y mucho menos a la cantinucha de este pueblo...
Damián sonrió e irónicamente contestó: sí ya sé que tú tienes otras costumbres, por ejemplo violar a los criados...
L: ¿de qué diablos estás hablando?
D: que ya sé que anoche te chingaste a un nuevo criado llamado Juan... hermano, cada quien hace de su culo un papalote, pero por lo menos evítame la pena de que el sacristán del pueblo venga a reclamarme por lo que le haces a los sirvientes...
Lucio no supo que contestar y Damián salió de la casa sin decir nada más.
**********
Gabriel regresó a la Iglesia y al entrar a su habitación y no encontrar a Juan fue a buscar al padre Abraham y le preguntó por el muchacho.
El viejo párroco contestó con un tono molesto: Juan se fue con Bruno...
G: ¿Bruno? ¿quién es Bruno?
A: el capataz de la Hacienda Montenegro.
Continuará...

1 comentario:

  1. Chingona historia... este Lúcio es todo un rompeculos empotrador macho peludo. Seguro al Juanito le quedó el culo más abierto que las puertas de una iglesia y luego queriéndose matar, después que tremendo macho lo desvirginó.
    Espero que Lucio también se chingué a Gaby para que sea el primer macho de estos dos y que sean hermanitos de leche.

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