En la Hacienda Montenegro, Damián sujetaba fuertemente la mano de Gabriel impidiendo que este se fuera.
G: tú y tu hermano son igual de canallas, los dos van a pagar por lo que hacen, te lo aseguro...
Las palabras del sacristán iban acompañadas de rabia mezcladas con impotencia, lo que provocó que el fuerte rubio lo soltara y este se alejó corriendo.
Cuando Gabriel pasó por las caballerizas fue visto por Juan, quien gritó: Gabriel, ¿eres tú?
El sacristán se alegró de ver al muchacho y se acercó a él: Juan qué bueno que te encuentro, vámonos, escápate ahora...
J: pero ¿qué dices? ¿por qué estás aquí?
G: eso no importa, vámonos...
J: estás muy agitado y me asustas, ven conmigo para que te tranquilices...
**********
Entre tanto, Damián entró a la habitación de Lucio, que bebía una copa y se molestó por la entrada intempestiva de su hermano.
L: ¿qué te pasa? ¿por qué entras así a mi cuarto?
D: ¿qué le hiciste al sacristán?
L: ¿a quién?
D: no te hagas el tonto, acabo de verlo... iba muy asustado y salió de la casa, respóndeme ¿qué le hiciste?
L: y a ti qué te importa... soy yo quien debería preguntarte por qué te preocupas por ese ese sacristán...
D: no me preocupo por él, simplemente quiero saber qué pasó aquí...
L: pues vino para pedirme que liberara a Juan, el nuevo criado...
D: y ¿qué le dijiste?
L: que no, después de todo Juan es el pago de una deuda...
D: y entonces ¿porque salió corriendo?... parecía que estaba huyendo de algo...
Lucio se levantó de su asiento y dijo: pues porque cuando me negué a liberar a Juan, el sacristán me ofreció "favores sexuales" para que dejara ir al chico...
Incrédulo, Damián replicó: ¿qué? eso no tiene lógica, si él mismo se te ofreció por qué salió corriendo...
L: pues porque cuando lo rechacé se molestó tanto que dijo que me acusaría de estarlo acosando y se fue corriendo, supongo que para decirle a todos que yo quise hacerle algo... por supuesto que nadie le va creer, es su palabra contra la mía, la palabra del sacristán contra la de Lucio Montenegro...
Damián no podía creer en lo que su hermano le decía, pero Lucio le preguntó: ¿acaso no crees en todo lo que te digo?
D: es que me cuesta creerlo cuando se supone que ese chico es religioso...
L: por favor hermano, no seas ingenuo... los más persignados son los peores y ese sacristancillo es una puta disfrazada de ángel, pero te aseguro que de ángel no tiene nada...
El rubio quedó viendo a su hermano mayor buscando alguna señal de que le estaba mintiendo, pero el pelinegro era un experto en el engaño, por lo que Damián se retiró de la habitación creyendo en todo lo que Lucio le había dicho.
**********
En una de las caballerizas de la Hacienda, Juan le decía a Gabriel: ya estás menos agitado, ahora sí cuéntame ¿qué haces aquí?
G: vine porque me dijeron que había una posibilidad de liberarte y quería ayudarte, pero todo fue un engaño...
J: ¿quién te dijo eso?
G: el capataz de esta hacienda, creo que se llama Bruno...
J: ese tipo es un maldito, por su culpa estoy aquí, bueno y también porque mi padre me vendió...
G: pero no fue idea de Bruno, en realidad quien me mandó a buscar fue Lucio Montenegro...
Muy sorprendido, Juan expresó: ¿Lucio Montenegro?
G: sí, al principio me recibió bien y me dijo que repudiaba lo que su hermano te había hecho, pero sólo estaba fingiendo porque después él hizo algo que ni siquiera quiero repetir porque es una bajeza...
J: pero no entiendo nada, dices que Lucio te dijo que fue su hermano quien abusó de mí...
G: sí... el que abusó de ti fue el tal Damián Montenegro ¿no?
Con lágrimas en los ojos, Juan contestó: por supuesto que no... ese tipo es un desgraciado... el que me violó fue Lucio, no su hermano Damián... al señor Damián sólo lo he visto un par de veces y no se ha portado grosero conmigo, ¿cómo puede ser tan canalla de culpar a su hermano por lo que me hizo?
El sacristán se sorprendió grandemente al escuchar lo que Juan le decía: ¿entonces no fue Damián el que abusó de ti?... Dios mío, perdóname, yo cometí un error y caí en la trampa de ese perverso...
J: no, no te atormentes, tú no sabías nada, fui yo quien no debió meterte en este problema, ahora el señor Lucio puede querer hacerte daño...
G: yo tenía que ayudarte Juan, eres parte de la comunidad y como siervo de Dios no puedo quedarme con los brazos cruzados...
J: te agradezco mucho tus intenciones Gabriel, pero ahora será mejor que te vayas, no sea que alguien venga y te encuentre...
G: sí, me voy, pero tú vienes conmigo, ahora te esconderé bien para que no te encuentren...
J: lo siento, pero yo no puedo irme...
G: pero cómo no, es que acaso quieres seguir en este lugar...
J: entiéndeme Gabriel, yo no tengo ningún lugar a dónde ir y no puedo vivir escondiéndome para siempre, además si me voy mi padre corre peligro de muerte, me han dicho que si yo escapo se desquitarán con él y aunque me vendió yo no quiero que lo maten...
Conmovido por la nobleza del joven sirviente, el sacristán dijo: eres un buen muchacho Juan, Dios habrá de recompensarte, estoy seguro...
Juan sonrió por las palabras de aliento de Gabriel y vio que el sacristán llevaba la cruz de madera que había lanzado al río.
J: ¿esa cruz que llevas es la que me regaló el padre Abraham y arrojé al río?
G: sí es la misma, me la encontré atorada en una piedra y me la puse para acordarme de devolvértela cuando te viera de nuevo...
Gabriel intentó quitarse la cruz, pero Juan lo detuvo y le dijo: no te la quites, será mejor que te la quedes, quizás a ti te dé mejor suerte que a mí, el padre Abraham me dijo que sólo funcionaría si yo tenía fe y la verdad es que ya he perdido cualquier esperanza...
G: no digas eso, algún día entenderás que todo pasa por algo... bueno será mejor que ya me vaya, pero quiero que recuerdes que si en algún momento me necesitas yo estoy en la iglesia para apoyarte ¿entiendes?
Juan asintió tímidamente y respondió: gracias Gabriel...
El sacristán le dio un cálido abrazo a su amigo y salió de la caballeriza cauteloso de que que nadie lo viera.
**********
Cuando Gabriel regresó a la Iglesia ya era casi de noche, por lo que el padre Abraham estaba esperándolo molesto por haber dejado a la parroquia sola y más se enojó cuando
el sacristán le dijo que venía de la Hacienda Montenegro.
el sacristán le dijo que venía de la Hacienda Montenegro.
Padre Abraham: es que parece que a ti te gustan los problemas muchacho, te dije que no te metieras con esa gente y no me haces caso...
G: perdone por desobedecerlo padre pero es que yo...
A: no, no quiero que me digas nada, no quisiera verme yo también envuelto en problemas por tu culpa, sólo haz lo que te pido y ya...
G: está bien padre, lo haré, no volveré a ir a esa Hacienda, se lo prometo... sólo una cosa más...
A: ¿qué cosa?
G: ¿usted conoce al tal Damián Montenegro?
A: pues lo he visto un par de veces, es el hermano menor de Lucio, la verdad es que él casi no está en el pueblo, le gusta la vida disipada y cree que Tierra Caliente es muy poca cosa para él, bueno eso es lo que me han dicho, pero ¿por qué te interesa saber de él?
G: no, por nada en especial padre...
Esa noche, Gabriel no podía dormir, pues en su mente no dejaba de pensar en el error que había cometido al caer en la trampa de Lucio Montenegro, también recordaba el beso que este le había dado, pero sobretodo se sentía mal por haber culpado injustamente a Damián por la violación de Juan.
¿Por qué no me dijo que él no era culpable? ¿Por qué se calló? Mil ideas rondaban la mente de Gabriel hasta que logró quedarse dormido profundamente.
**********
Al día siguiente, en la Hacienda Montenegro, Bruno pedía permiso para entrar al despacho donde se encontraba Lucio.
L: ¿hiciste lo que te pedí?
B: sí señor, investigué lo que me pidió...
L: y bien ¿qué averiguaste?
B: pues verá patrón, el sacristancillo viene de la ciudad, creo que su familia tiene buena posición, pero son muy religiosos y él es el único hijo, estará aquí por un año porque después se graduará o no sé cómo se le dice, el caso es que se volverá sacerdote...
L: ¿eso es todo lo que averiguaste?
B: sí patrón, la verdad es que el sacristán tiene muy poco en el pueblo y casi no lo conocen, pero pus yo me las arreglé para saber...
L: pues no fue mucho, pero algo es algo... ahora quiero pedirte algo más...
B: usté nomás ordene patrón...
L: una cosa antes, ¿sabes dónde está mi hermano?
B: pos quién sabe patrón, pero conociendo cómo es, ha de estar en la cantina...
L: seguramente, pero bueno ahora eso no importa, voy a decirte qué es lo que quiero que hagas...
**********
En la plaza de Tierra Caliente, Damián Montenegro paseaba tranquilamente caminando con garbo y siendo admirado por las mujeres del pueblo.
Con la seguridad que lo caracteriza se sentó en una de las bancas del parque mientras veía a la gente pasar. De pronto, sus ojos se posaron en un joven que pasaba por ahí, su caminar era pausado, pero firme y también llamaba la atención de quienes lo veían, era Gabriel Santos, el nuevo sacristán.
Cuando pasó enfrente de él, el rubio no pudo evitar decir con tono sarcástico: Buenas, "curita"...
Gabriel escuchó al hombre y quiso ignorarlo, pero recordó que tenía una cuenta pendiente con él, por lo que se detuvo y dijo: Buenas tardes, señor Montenegro...
D: uy pero por qué tan formal ahora, si la última vez que nos vimos me dijiste hasta de lo que me iba a morir...
Gabriel se acercó al fuerte hombre y le dijo: lo que le dije lo hice porque estaba muy enojado y además estaba equivocado...
D: ¿equivocado?
El sacristán dudó en continuar hablando, pero su conciencia no le permitía seguir con el remordimiento por lo que dijo: sí, estaba equivocado porque lo acuse de algo que usted no hizo, me refiero a lo que le pasó a Juan...
Damián cambió su sonrisa cínica por un rostro serio: ah ¿sobre eso?
G: sí, lo acusé de algo que no hizo y le pido una disculpa por ello, aunque si le soy sincero no entiendo por qué no me aclaró que no era usted quien había abusado de Juan...
D: pues porque no me diste tiempo ni de hablar... esta es la primera vez que podemos hablar sin discutir...
G: sí ya sé que fui muy impulsivo y le reitero mis disculpas aunque no me arrepiento de lo que dije, sigo creyendo que quien abusa de alguien no vale nada, sólo que ahora ya sé que el culpable fue su hermano Lucio...
D: así que ahora piensas que el que no vale nada es mi hermano...
G: bueno, será mejor que no hablemos más de eso, en realidad me gustaría que ayudará a Juan para que...
D: a ver a ver, un momento "curita", primero me gritas y me golpeas, luego me pides disculpas y ahora me estás pidiendo un favor...
G: ya le dije que no soy cura, por el momento soy sólo sacristán...
D: sacristán o cura, para mí es lo mismo...
G: pues desearía que me ayude para que Juan pueda dejar su Hacienda y no siga siendo víctima de su hermano...
D: jajajajaja y yo cómo por qué tendría que hacer eso...
G: pues porque ahora que sabe que su hermano abusó de Juan, pues supongo que está en desacuerdo...
Damián se puso de pie y acercándose al sacristán le dijo: mira "curita" no supongas cosas que no son, lo que mi hermano haga o deje de hacer con los criados a mi me viene valiendo...
G: pero es que no puede hacer oídos sordos a lo que pasa en su hacienda...
D: y no lo hago, pero sólo soy responsable de lo que yo hago o de lo que me afecta y si a mi hermano le gusta divertirse con los sirvientes pues allá él, te repito a mí me vale...
Gabriel se retiró un poco del rubio y cambiando su tono dijo: por lo visto no me confundí y ahora me arrepiento de haberte pedido disculpas, quizás no le hiciste nada a Juan, pero eres igual que tu hermano...
D: ¿ahora me tuteas de nuevo? vaya, que pronto cambias de actitud, ahora resulta que yo tampoco valgo nada...
G: pues sí, consentir o quedarse sin hacer nada mientras ves como tu hermano comete injusticias es lo mismo que cometerlas, ante los ojos de Dios es lo mismo...
D: mira "curita", a mí lo que pienses no me importa...
G: eso ya lo sé y te repito lo que te dije el otro día, tú y tu hermano son unos pervertidos y algún día van a pagar por lo que hacen...
El sacristán se dio la vuelta para dejar a Damián, pero el musculoso hombre lo detuvo por el brazo y dijo: a mí nadie me deja hablando solo...
D: quizás eso sea con tus sirvientes, pero yo no soy uno de ellos...
Gabriel se liberó de Damián y se alejó caminando altivamente mientras era seguido por la mirada furiosa del menor de los Montenegro.
**********
Era casi de noche cuando el sacristán regresó a la Iglesia y grande fue su sorpresa al encontrarse en una de las bancas de la parroquia a Bruno, el capataz de la Hacienda Montenegro.
B: buenas joven, lo estaba esperando...
G: ¿qué haces tú aquí? ¿otra vez te envía tu patrón para que me lleves a la hacienda? no soy tan tonto como para caer nuevamente en la misma trampa, esta vez no iré aunque digas lo que digas...
B: por qué tan ofuscado joven... no se supone que usted está con Dios y no debe enojarse...
G: el que sea religioso no me hace menos humano y como tal también me enojo, sobre todo con gente como tú y tu patrón...
B: pues bueno, yo no vine aquí a discutir, mi patrón me envió para entregarle esto...
Con mirada burlona, el capataz sacó de la bolsa de su pantalón una pequeña caja envuelta como regalo.
El sacristán vio con desconfianza el objeto y preguntó: ¿qué es eso?
B: es para usted, mi patrón se lo envía para pedirle una disculpa por lo que pasó...
G: no lo quiero, no quiero nada de tu patrón, llévatelo...
B: vamos joven, no sea tan orgulloso, por lo menos ábralo y si no le gusta me lo devuelve...
G: no se trata de si me gusta o no, se trata de dónde proviene...
B: y yo le digo que lo abra, quizás le conviene, créame...
Con mirada desconfiada, Gabriel tomó el regalo y lo destapó mientras Bruno lo veía detenidamente.
El sacristán sacó de la caja una cadena con una cruz de oro y también una tarjeta que decía: "Gabriel, recibe esto como señal de una sincera disculpa de alguien que sólo quiere ser tu amigo. Lucio Montenegro".
El sacristán leyó la tarjeta en voz baja y devolviendo las cosas a la caja se la regresó a Bruno y le dijo: ya vi lo que tiene esta caja y no me interesa, llévala de regreso con tu patrón...
B: pero cómo no le va gustar, la cruz es de oro macizo o qué... ¿prefiere esa cruz de madera que anda en el pecho?
G: mira Bruno, esta cruz de madera vale mucho más que esa de oro y sabes por qué... porque me la dio una persona honesta, algo que tu patrón no es, así que llévate ese regalo y si no tienes nada más que decirme será mejor que te marches...
B: pos de verás que no lo entiendo, pero pos como quiera...
G: una cosa más Bruno, dile a tu patrón que no vuelva a enviarme regalos y que si de verdad quiere pedirme una disculpa que lo haga, pero liberando a Juan, sólo así me daré cuenta que sus disculpas son sinceras...
El capataz dijo irónicamente: se lo diré señor sacristán...
Cuando Bruno salió de la Iglesia, Gabriel respiró tranquilo y oró frente al altar pidiendo por su fe y para alejar a las malas personas de su vida.
**********
Más tarde, Bruno regresó a la Hacienda Montenegro y se reportó con su patrón, quien no podía creer que el sacristán hubiera rechazado su regalo.
Lucio: pero como que no quiso recibirlo, es que no compraste una cruz de oro como te lo pedí...
B: por supuesto que sí patrón, usted mismo veálo, hice todo tal como me lo ordenó...
L: entonces no entiendo por qué lo rechazó... claro, seguramente quiere algo de más valor, no se conforma con sólo una cruz y una cadena...
B: pos a mí me dijo otra cosa patrón...
L: ¿qué te dijo? habla de una vez...
B: pos me dijo que si quiere que lo disculpe debe dejar libre al Juan...
L: ¿eso te dijo? ja, por lo visto no es nada tonto... bueno ya veré lo que hago, ahora retírate...
El capataz obedeció, pero antes de salir se detuvo y dijo: oiga patrón, a poco está pensando en dejar libre al hijo del borracho Benito (Juan)...
L: no seas ridículo, yo no voy hacer todo lo que ese sacristán me pida, pero y a ti por qué te interesa saber...
B: pos, por nada...
L: ¿por nada? ¿no será que ya le echaste el ojo al tal Juan?
B: cómo cree patrón, yo sé que usted...
L: vamos Bruno, a mí ese chico no me importa para nada, yo ya obtuve lo que quería... haz lo que quieras con él...
El capataz sonrió maliciosamente y salió del lugar.
Mientras tanto, Lucio se quedó molesto por no haber conseguido lo que quería... cerró sus ojos y recordó el cuerpo desnudo de Gabriel, nuevamente sintió la erección en su entrepierna y llevó una de sus manos hasta su verga.
Abrió los ojos y se dijo: vas a ser mío Gabriel, nadie rechaza a Lucio Montenegro, tú al igual que cualquiera vas a ser mío.
**********
En esos momentos, Gabriel nuevamente no podía dormir, pero esta vez no era sólo por el calor, había algo más que le molestaba y no sabía qué era exactamente, pero estaba incómodo y daba vueltas en la cama sin conciliar el sueño.
Se levantó de la cama y decidió ir a nadar al río cercano para refrescarse y despejar su mente.
El sacristán llegó al río y tras despojarse de su ropa se fue sumergiendo en el afluente sintiendo que su cuerpo se refrescaba y se llenaba de paz interior, esa paz que se esfumaba desde que llegó a Tierra Caliente.
Gabriel disfrutaba de nadar sin saber que alguien lo estaba observando, esta vez se trataba de Damián Montenegro, quien había salido de la cantina para dirigirse al burdel del pueblo, pero vio que alguien estaba en el río y se acercó para saber de quién se trataba, menuda sorpresa se llevó al descubrir que era el nuevo sacristán de la Iglesia.
El rubio se paró a la orilla del río y al ver la ropa del sacristán, sonrió y sin más empezó a aplaudir. Los aplausos fueron escuchados por Gabriel que se sobresaltó y se asomó para ver quién aplaudía.
Damián: pero miren nada más, quién diría que al sacristán del pueblo le gusta nadar por las noches desnudo, jajajajaja...
G: ¿Damián?
D: sí soy Damián Montenegro, el malvado Damián Montenegro jajajaja...
Gabriel se dio cuenta que el rubio estaba ebrio por lo que le dijo: será mejor que te vayas a tu casa, no estás en condiciones para andar por ahí...
D: ja, no me digas que te preocupa que me vaya a pasar algo "curita"...
G: tienes razón, haz lo que quieras...
D: siempre lo hago y ahora voy a quedarme aquí porque tengo muy buena vista jajaja...
El sacristán se sonrojó al escuchar las palabras del hombre y se sumergió un poco más en el agua para evitar que el rubio viera más de su cuerpo.
D: y dime ¿cuánto tiempo más vas a estar en el río?
G: pues ya estaba por salir...
D: y ¿qué esperas para hacerlo? no me digas que te da pena que te vea desnudo...
G: no digas tonterías...
Gabriel tuvo la intención de salir del río, pero algo en su interior se lo impidió, no quería que Damián viera su desnudez, sentía pena sin explicarse por qué, después de todo ambos eran hombres.
D: ¿qué pasa por qué no sales?
G: porque estoy esperando que te vayas o qué ¿quieres verme desnudo?
Cínicamente, el rubio barbado contestó: sí, eso es lo que quiero...
El sacristán volvió a ruborizarse ante la desvergüenza de Damián...
G: pues no voy a salir mientras tú estés aquí...
D: entonces te quedarás toda la noche porque yo no me voy a mover de aquí...
Gabriel molesto no sabía qué hacer, pero estaba decidido a no salir del río desnudo.
Damián no se movió por unos minutos hasta que dijo: sabes, creo que yo también siento mucho calor, así que me caería bien un baño...
G: ¿cómo?
El joven sacristán se sorprendió al ver que Damián Montenegro se quitaba la camisa, luego desabrochó su cinturón, se quitó las botas y se bajó el pantalón quedando solo en trusa.
G: pero ¿qué estás haciendo?
D: ya te dije, tengo calor...
Atónito, Gabriel vio que Damián se quitó la trusa sin el menor pudor quedando completamente desnudo frente a sus ojos. El chico veía por primera vez en su vida a un hombre totalmente desnudo y era todo un ejemplar masculino el que observaba.
Alumbrado sólo por la luna, el cuerpo de Damián parecía hecho por un escultor, pues se veía como un dios griego, fuerte y viril, pero sin quererlo, los ojos del joven se clavaron en la entrepierna del rubio donde dentro de una mata de vellos destacaba una verga de gran tamaño junto a unas bolas enormes.
Gabriel se volteó para no ver la desnudez de ese sinvergüenza y sólo escuchó que el hombre se metía en el agua y caminaba agitando el afluente. Cuando menos se lo esperaba, el musculoso rubio ya estaba muy cerca de él...
D: ando tan caliente que ni esta agua fría me quita el calor...
El sacristán volteó y vio a Damián muy cerca de él por lo que molesto le dijo: ¿qué es lo que te propones Damián?
D: nada, sólo quiero refrescarme igual que tú... yo también ando caliente...
Gabriel iba a responder cuando sintió agua en su cara, ya que el rubio le arrojó el líquido y comenzó a reírse.
Furioso, el castaño vociferó: eres un tonto...
D: vamos "curita", ¿es que tú siempre estás amargado?
G: yo no estoy amargado, es sólo que tú me sacas de quicio...
D: ahora resulta, no será que te pongo nervioso...
G: eres un tonto...
Gabriel se retiró queriendo salir del río, pero Damián lo detuvo y le dijo: no te vayas, mejor juguemos un rato...
Y tras decir eso, el fuerte hombre sumergió al sacristán en el río, que no pudo ni meter las manos y cayó dentro del agua ante la carcajada del rubio. Muy molesto, Gabriel se levantó y con el agua hasta la cintura se acercó a Damián para darle una bofetada.
G: eso te mereces por bruto...
Damián quedo viendo a Gabriel y lo tomó por la cintura intentando besarlo: voy a darte lo que te mereces...
Gabriel comenzó a manotear para evitar ser besado: suéltame, qué te crees...
D: no te resistas... voy a darte lo que necesitas para quitarte el mal humor...
Forcejeando, Gabriel dijo: eres un cínico...
D: ¿por qué te haces el digno conmigo? mientras que a mi hermano te le ofreces como una puta, yo también puedo liberar a tu amiguito si me chupas la verga...
Las palabras de Damián se clavaron en el orgullo de Gabriel que sacando fuerzas de flaqueza empujó fuertemente al rubio haciendo caer al león en el río.
Ese momento, el sacristán lo aprovechó para salir del afluente. Damián se levantó rápidamente, pero no hizo nada por seguirlo, sólo vio la desnudez de aquel chico que salía furioso, pudo ver esas nalgas que habían hipnotizado también a su hermano y sin desearlo tuvo una erección que era cubierta por el agua.
Rápidamente Gabriel se puso su pantalón y sin camisa salió corriendo del lugar mientras Damián se reía y le chiflaba: fiu fiu, adiós "curita" jajajajajajaja...
El sacristán llegó a la Iglesia y se metió a su cuarto lleno de rabia.
Intentó dormirse, pero no podía, a su mente venían las imágenes de Damián desnudo en el río, entonces al sentirse traicionado por su propio pensamiento, se levantó y tomando su propio cinturón comenzó a flagelarse mientras decía: Dios mío aleja de mí estos pensamientos, te lo suplico señor aléjalos, aléjalos...
Continuará...
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