12.- Pacto con el diablo



Al abrir la puerta de su casa, Gabriel abrió sus ojos desmesuradamente al encontrarse frente a frente con Damián Montenegro, que también se sorprendió al verlo.
El chico intentó cerrar la puerta, pero el rubio demostró su superioridad en fuerza y empujó la puerta logrando entrar.
Aterrado, Gabriel preguntó: ¿qué haces tú aquí? ¿cómo me encontraste?
Damián arrinconó al joven contra la pared y dijo: eso no importa... ¿tú estás embarazado?
Gabriel no respondió, sólo empujó a Damián intentando en vano sacarlo de su casa: vete, vete de mi casa, no tienes nada que hacer aquí... vete o llamo a la policía...
Con tono cínico, Damián respondió: hazlo y yo les diré que estoy visitando a mi hijo, por que ese niño que llevas dentro es mi hijo ¿verdad?

Con tono cínico, Damián respondió: hazlo y yo les diré que estoy visitando a mi hijo, por que ese niño que llevas dentro es mi hijo ¿verdad?.. ese niño es mi hijo...
Furioso, Gabriel gritó: no es tu hijo, no lo es... este niño es sólo mío ¿entiendes? sólo mío...
Sonriendo, el rubio agregó: tú no pudiste concebirlo solo, fui yo quien te preñó...
Los ojos de Gabriel se llenaron de lágrimas de impotencia y le dio la espalda a Damián para evitar que este lo viera llorar.
El rubio se acercó y susurró al oído del joven: no lo niegues, ese niño es mi hijo... y va ser un Montenegro...
Gabriel se alejó de Damián y este le preguntó: ¿por qué no me dijiste que eras un hombre fertilizable?
G: ¿y por qué tenía que decírtelo?... yo no planeé nada de lo que sucedió... tú abusaste de mí...
Las lágrimas del joven comenzaron a salir y sin conmoverse, el rubio dijo: no sé por qué lloras, si hubieras querido evitar esto pudiste cuidarte para no quedar preñado, después de todo es tu deber cuidarte...
Lleno de rabia, Gabriel se limpió el llanto y dijo con voz firme: es que no entiendes... yo no tenía planeado estar con ningún hombre... yo no sabía nada de cuidarse, ni siquiera sabía que era un hombre fertilizable... a mí me educaron para ser sacerdote, por eso me guardé para entregarme a Dios y tú acabaste con todos mis sueños, en un instante, destruiste mi vida...
El chico se lanzó sobre Damián y comenzó a golpear el pecho del león: tú acabaste con mis sueños, con mis proyectos... acabaste con todo Damián, no te voy a perdonar lo que me hiciste, te odio Damián, te odio...
El fuerte hombre no se movía permitiendo que Gabriel sacara todo su coraje, después de todo la fuerza del chico era menor y sus golpes no le hacían ningún daño.
Después de unos minutos, el chico se tranquilizó y el barbado le tomó las manos y mirándolo a los ojos le dijo: ¿terminaste? bien ahora soy yo el que va hablar...
Gabriel se soltó y respondió: no tengo por qué escucharte... vete de mi casa... no quiero verte más...
D: no me voy a ir y tendrás que escucharme así como yo escuché tu rabieta...

no quiero verte másD: no me voy a ir y tendrás que escucharme así como yo escuché tu rabieta

G: no hice ninguna rabieta... te dije la verdad...
D: pues ahora yo te diré mi verdad... sé que lo que hice no tiene disculpas, pero siempre he sido un hombre acostumbrado a hacer lo que mis instintos me ordenan y ese día no pude evitar tomarte...
G: ¿esa es tu justificación para lo que me hiciste? ¿eres un animal para no poder contenerte?
D: llámame como quieras, pero así fue... no sé cuándo ni cómo, pero todo tú me empezó a excitar... tu cuerpo, tu aroma, tu voz, el sólo moverte me provocó y no me pude contener, además que me llené de celos...
G: ¿celos de Juan?
D: sí, ahora sé que pensar eso fue una tontería, pero en esos momentos me dio rabia que hablaras de él con tanta admiración y cariño... 
G: nada de lo que dices justifica lo que me hiciste... sabes que por Juan sólo sentía amistad y compasión y también sabías todo lo que me enfureció que tu hermano abusara de Juan y lo que tú hiciste conmigo fue lo mismo, te aprovechaste de mí, de que no pude defenderme...
D: no, te equivocas, yo no hice lo mismo que Lucio, él violó a Juan sólo por el placer de marcarlo sin interesarle nada más y yo... yo...
G: ¿tú qué?
D: pues yo...
El rubio golpeó la pared al no poder expresar lo que sentía con palabras.
Gabriel se sorprendió por la acción y mirándolo a los ojos, Damián habló: yo siento por ti algo más que pasión... tú me mueves algo que nunca había sentido...
G: ay Damián, cómo piensas que voy a creerte eso...
D: pues tienes que hacerlo... desde que te fuiste de Tierra Caliente no he dejado de pensar en ti... tu recuerdo me viene a la cabeza a cada instante, intenté olvidarte acostándome con otros hombres, pero cuando estoy con ellos pienso en ti Gabriel, sólo en ti...
G: ¿crees que eso va cambiar mi percepción de ti? por el contrario me asqueas más...
Con tono molesto, Damián gritó: tienes que creerme Gabriel, tú te metiste en mi cabeza... no sé cómo pero no puedo sacarte y eso me duele...
Irónicamente, Gabriel dijo: sí claro Damián, pobre de ti que sufres mucho y lo que estoy sufriendo yo ¿qué?... yo ya no podré ser sacerdote, voy a tener un hijo... una vida que yo no quería tener, pero que no se merece que yo lo desprecie porque tampoco tiene la culpa de nada... tú eres el único culpable, de este niño y de mi desgracia...

Damián se acercó a Gabriel y lo tomó de los brazos fuertemente: por eso estoy acá, vine a buscarte para enmendar mi error, para pedirte perdón y para

Damián se acercó a Gabriel y lo tomó de los brazos fuertemente: por eso estoy acá, vine a buscarte para enmendar mi error, para pedirte perdón y para...
El rubio dudó en seguir hablando, pero lo hizo: y para pedirte que regreses a Tierra Caliente conmigo...
G: ¿qué dices? ¿y para qué regresaría a ese lugar? yo ya no puedo ser sacristán...
D: es que no vas a regresar como sacristán... quiero que regreses como mi amante...
Esas palabras hirieron el orgullo de Gabriel, que muy molesto se dirigió a la puerta y tras abrirla gritó: lárgate de mi casa Damián... lárgate ahora mismo...
D: pero Gabriel...
G: no quiero escucharte más... ¿cómo te atreves a ofrecerme algo así? 
D: entiéndelo, no te estoy ofendiendo, si lo piensas te estoy ofreciendo una salida a tus problemas...
G: óyeme bien Damián, aunque esa fuera la única alternativa en mi vida, nunca la tomaría... yo nunca voy a regresar a Tierra Caliente ¿me entiendes?... no quiero saber nada de ese lugar ni de ti...
El rubio entendió que dijera lo que dijera no haría cambiar de opinión a Gabriel, por lo que tomó una actitud más severa: muy bien Gabriel si no quieres regresar a Tierra Caliente, no lo hagas, pero entonces yo me vendré a vivir aquí y tú tendrás que estar donde yo esté...
G: pero es que ¿te has vuelto loco?
D: no estoy loco... en otras circunstancias habría aceptado tu rechazo, pero no sabiendo que estás esperando un hijo mío... óyeme bien, nunca voy a dejar que ese niño nazca lejos de mí... ese hijo te ata a mí aunque no quieras...
G: no, yo no estoy atado a ti... este niño es sólo mío y no tendrá más padre que yo...
D: eso nunca Gabriel... ese niño es un Montenegro y aunque lo tengas dentro de ti, también es mío y no vas a negarme mis derechos...
Llorando, Gabriel dijo: ¿por qué Damián? ¿por qué quieres hacerme más daño?
D: piensa lo que quieras, pero más te vale que no pienses en escapar porque así como te encontré, así te voy a buscar a donde quiera que vayas y te hallaré... ese niño y tú me pertenecen...
Sollozando, Gabriel gritó: vete... veteeee...
Damián sonrió: no importa cuánto grites o te enojes... aún así luces hermoso embarazado...
Gabriel pensó que Damián se burlaba de él y lo empujó sacándolo fuera de su casa... el chico cerró la puerta y corrió a su cuarto donde lloró desconsoladamente acariciando su abultado estómago... cuando pensó que podía llegar a ser feliz solo con su hijo, nuevamente Damián Montenegro estaba ahí para perturbar su mundo y derribar todos sus planes.
**********


La noche cayó en Tierra Caliente y en una de las caballerizas de la Hacienda Montenegro, Juan cepillaba a un caballo... escuchó unos pasos acercarse y después vio entrar a Tadeo, quien le sonrió amigablemente.

escuchó unos pasos acercarse y después vio entrar a Tadeo que le sonrió amigablemente

T: Hola Juan... no pensé que estuvieras aquí a esta hora...
J: todavía no es tan tarde y este es el caballo del señor Lucio... mañana va a montar y si no lo encuentra como le gusta me va a regañar...
T: es injusto que trabajes tanto... trabajas en la casa, en la cocina y por lo que veo también atiendes a los caballos...
Juan no respondió y continuó cepillando al caballo.
T: parece que no te caigo bien porque siempre que intento acercarme a ti, tú te muestras muy esquivo conmigo...
J: no es eso... es que yo soy tímido y casi no hablo...
T: sí, me he dado cuenta de eso... aunque yo diría que es a Bruno al que no le gusta que hables con los demás...
Nuevamente, Juan no respondió y el rubio se acercó al chico.
T: Juan, yo sólo quiero ser tu amigo... no tengo a ninguno en este pueblo y tampoco le caigo bien a nadie en esta Hacienda... creo que eso también se lo debo a Bruno... parece que ha puesto a todos en mi contra...
J: y si no está a gusto ¿por qué no se va?
T: porque... tengo un compromiso con don Damián... él me dio su confianza y yo no voy a fallarle... y dime ¿a ti te daría gusto que me fuera?
J: yo... pues no sé... ¿por qué me pregunta eso?
T: ya te dije que no me trates de usted... tenemos casi la misma edad...
J: es que yo no puedo tutearlo y por favor déjeme continuar con mi trabajo...
T: está bien no te molesto más... tendré que platicar con mi sombra por lo menos hasta que don Damián regrese de la ciudad... ojalá no se tarde en encontrar a ese tal Gabriel Santos...
Al escuchar ese nombre, Juan dejó de cepillar al equino y preguntó: ¿Gabriel Santos? ¿dijo que don Damián fue a la ciudad a buscar a Gabriel Santos?
T: sí, eso dije... ¿por qué? ¿tú conoces a ese tal Gabriel?
J: yo... pues sí... ¿pero está seguro que el patrón fue a buscar a Gabriel?
T: por supuesto que sí... él mismo me lo dijo...
J: es que no entiendo por qué fue a buscarlo... ¿para qué?
Tadeo se acercó al chico, quien no salía del asombro y tomándolo por los hombros dijo: ¿qué pasa Juan? ¿quién es Gabriel Santos y por qué te sorprende tanto que don Damián haya ido a buscarlo?
J: pues porque...
En ese momento, las puertas de la caballeriza se abrieron violentamente dando paso a Bruno.
El capataz los miró amenazadoramente y habló: ¿qué diablos hacen aquí los dos? ¿qué significa esto Juan? explícame...

En ese momento, las puertas de la caballeriza se abrieron violentamente dando paso a Bruno, el capataz, que mirándolos amenazadoramente habló: ¿qué diablos hacen aquí los dos? ¿qué significa esto Juan? explícame

Juan tembló al ver al hombre y Tadeo contestó con voz firme: Juan no tiene nada que explicar, no estamos haciendo nada malo...
B: ¿nada malo? y entonces por qué están dentro de esta caballeriza a esta hora... ¿qué pensaban hacer?
T: te repito que no estábamos haciendo nada malo... sólo platicando... 
B: ¿creen que me chupo el dedo?... es obvio que tú te quieres follar a Juan y este con su cara de mosca muerta...
T: no te permito que lo ofendas... no tienes ningún derecho...
B: tengo todo el derecho o es que aún no le has dicho a tu "amiguito" que eres mi amante, Juan...
Juan se enrojeció al escuchar esas palabras mientras que Bruno reía burlonamente.
B: vamos Juan, dile a Tadeo cómo me chupas la verga todas las noches y cómo te hago gritar cuando te la meto por el culo...
El joven rubio se enfureció al ver que Bruno humillaba al joven y sin contenerse le dio un puñetazo que mandó al suelo al perverso capataz.
Juan se asustó al ver la escena y gritó: no Tadeo, por favor vete...

Juan se asustó al ver la escena y gritó: no Tadeo, por favor vete

T: no voy a permitir que este tipo te siga humillando Juan... es un poco hombre que no vale nada...
Bruno se levantó rápidamente y limpiándose la sangre que le salía del labio dijo: ahora verás güerito de mierda...
Y el capataz se abalanzó sobre el joven que lo recibió con los puños cerrados... ambos cayeron al suelo rodando por la paja mientras que los golpes eran recibidos con mayor frecuencia por Bruno que no podía hacerle frente al rubio 10 años menor que él.
Juan gritaba: por favor, deténganse, deténganse...
Al ver que no podía hacer nada, Juan salió a buscar ayuda pues los dos hombres se matarían si él no hacía algo... la mayoría de los trabajadores ya estaban descansando por lo que cuando encontró a dos les pidió ayuda.
Lucio Montenegro se dio cuenta que algo pasaba y con voz de mando, le preguntó al sirviente: ¿qué sucede Juan? ¿qué está pasando?
J: señor Lucio, Bruno y Tadeo se están peleando en una caballeriza... si no hacen algo se van a matar...
Rápidamente, Lucio ordenó a los dos hombres que detuvieran la pelea.
En la caballeriza, Tadeo había logrado someter a Bruno y le daba golpes certeros en la cara, parecía que al joven rubio le había herido bastante las palabras del capataz... los dos hombres llegaron y con esfuerzo lograron detener al muchacho que peleaba como si se tratara de un furioso tigre dando zarpazos.
Lucio entró a la caballeriza y al encontrar a su hombre de confianza tirado en el suelo y sangrando enfureció: ¿cómo te atreves a hacerle esto a mi capataz? ¿quién te crees que eres animal?
Tranquilizándose y siendo detenido por los dos peones, Tadeo habló: disculpe don Lucio, pero es que...
L: es que nada... mira cómo dejaste a Bruno... tú no eres nadie para hacerle esto a mi capataz...
T: pero señor, yo sólo...
L: no me interesa lo que tengas que decir... ahora mismo te largas de mi Hacienda... estás despedido Tadeo, lárgate ahora mismo... lárgate...
**********
Al día siguiente en la gran ciudad, Martha entraba al cuarto de Gabriel que aún dormía.
M: buenos días dormilón... ya levántate que es tarde...
Somnoliento, Gabriel respondió: buenos días mamá... Dios Mío ya es muy tarde... me quedé dormido...
M: es normal, en tu estado da mucho sueño...
G: no es sólo por mi embarazo, lo que pasa es que anoche casi no pude dormir...
M: ¿y eso por qué?
G: pues porque...
Gabriel no sabía si decirle a Martha que el padre de su hijo estaba en la ciudad... en todos los meses de gestación, el chico jamás le dijo a su madre nada sobre su violador, ni siquiera le dijo el nombre.
El castaño quería olvidar todo sobre Damián, pero ahora el menor de los Montenegro estaba muy cerca y no sabía qué hacer.
M: ¿qué pasa hijo? dime por qué no pudiste dormir...
G: es que estoy muy nervioso...
M: eso también es normal... se acerca el día del parto y pues es normal ponerse nervioso, por eso ahora tienes que cambiarte rápido para ir con el médico a ver cómo está ese bebé... ya se te hizo muy tarde así que será mejor que te arregles para que no llegues tarde a tu cita...
G: está bien mamá... pero cuando regrese tenemos que hablar de algo muy importante...
M: ¿de qué se trata hijo?
G: será mejor que hablemos cuando regrese...
Y Gabriel se arregló para ir a su cita médica como cada 15 días... afortunadamente su embarazo se desarrollaba sin contratiempos... el joven salió de su casa y se subió a un taxi que lo llevaría hasta el consultorio... lejos estaba de imaginar que era observado por Damián que lo vio salir.
Pasaron cerca de dos horas para que Gabriel regresara a su casa... el médico le dijo que su embarazo iba en perfectas condiciones... el joven entró a su casa y se sorprendió enormemente al encontrarse sentado en la sala a Damián, quien cínicamente sonreía.
Muy molesto, Gabriel dijo: pero ¿qué haces aquí? ¿quién te dejo entrar? lárgate ahora mismo antes que mi mamá te veaCon voz baja, Damián respondió: no te preocupes, ya conocí a mi suegra y parece que le caigo bienG: eres un cínico, ¿qué le dijiste...

Muy molesto, Gabriel dijo: pero ¿qué haces aquí? ¿quién te dejo entrar? lárgate ahora mismo antes que mi mamá te vea...
Con voz baja, Damián respondió: no te preocupes, ya conocí a mi suegra y parece que le caigo bien...
G: eres un cínico, ¿qué le dijiste a mi madre?
Una voz se escuchó desde la cocina: Gabriel, hijo ¿ya regresaste?
D: espera y tú mismo lo averiguarás...
Martha entró con una bandeja que llevaba café y galletas, después de colocarlas en la mesa de centro la mujer dijo: hijo ya saludaste al señor Montenegro...
Nervioso, Gabriel respondió: mamá, él es...
M: sí, ya sé quién es... el señor Montenegro se presentó muy amablemente conmigo... me dijo que es uno de los hacendados más importantes del pueblo al que fuiste y también me dijo que tú y él se hicieron muy buenos amigos... después de todo él es muy cercano al sacerdote al que fuiste a ayudar...
Sorprendido Gabriel dijo: ¿cómo? ¿de qué hablas mamá?
Damián tomó la palabra: ehhh, así es señora, mi familia es muy devota y fue en la iglesia donde conocí a su hijo mientras acompañaba a mi esposa a confesarse...
Incrédulo, Gabriel vio a Damián fijamente pensando que todo lo que estaba escuchando era una broma de su subconsciente.
M: el señor también me dijo que el desgraciado que abusó de ti está muerto... al parecer lo mataron por entrar a robar... vaya clase de sinvergüenza era ese tipo...
G: ¿cómo dices?
D: no sé por qué te sorprendes Gabriel... te lo dije ayer cuando vine a visitarte...
M: ¿qué te pasa hijo? estás muy nervioso... será mejor que te prepare un té...
D: sí yo también creo que será lo mejor señora...
La madre de Gabriel salió de la sala y cuando desapareció, Gabriel se lanzó sobre Damián que reía cínicamente otra vez.
G: ¿qué clase de broma es esta Damián? ¿por qué le dijiste todas esas mentiras a mi mamá?
D: no pensarás que iba a presentarme como el desgraciado que se aprovechó de su principito...
G: eres un desgraciado... vete a tu pueblo de donde nunca debiste salir...
D: te lo dije ayer y te lo repito, yo no voy a regresar a Tierra Caliente a menos que tú vuelvas conmigo...
G: estás loco si piensas que voy hacerlo...
D: piénsalo bien Gabriel...
G: no tengo nada que pensar... sería la peor estupidez...
D: pues tu madre no piensa lo mismo, ella cree que es lo mejor para ti...
G: ¿qué dices?
D: escúchame... platiqué con tu madre y le dije que estoy casado con una mujer estéril y deseamos tener hijos... en cambio tú vas a concebir uno que te estorba para tus sueños de ser sacerdote... pues bien, le propuse llevarte a mi Hacienda para que tengas a tu hijo allá y me lo entregues una vez que haya nacido... así tú podrás cumplir tu proyecto de vida...
G: deberías haber sido escritor de novelas Damián...
D: no estoy jugando Gabriel...
G: y entonces ¿qué es toda esta sarta de mentiras?
D: en parte es verdad... tú no quieres a ese niño y yo no voy a permitir que mi hijo crezca lejos de mí... así que te propongo lo mismo que le propuse a tu madre... ven conmigo a Tierra Caliente, da a luz allá y luego regresa a seguir con tu vida...
G: pero qué clase de persona crees que soy...
D: eres alguien que nació para ser sacerdote no para criar un hijo... eso es lo que siempre has dicho... pues esta es tu oportunidad, tú no serías capaz de abandonar a ese niño... pero en este caso lo estarías dejando conmigo que soy su padre mientras tú podrías continuar con tus planes...
G: dejarlo contigo sería lo mismo que dejarlo con un demonio...
Damián sonrió: sé que tú piensas lo peor de mí... pero te aseguro que sé defender con garras y dientes a lo que es mío y ese niño es mío Gabriel... conmigo no le faltará nada... te aseguro que puedo darle mucho más de lo que tú podrías...
Gabriel escuchaba atentamente las palabras de Damián y aunque se negaba a aceptarlo había algo de verdad en esas palabras.
G: no, lo que dices está mal, yo no te voy a dar a mi hijo...
D: no seas terco Gabriel, ven conmigo y te liberarás de esa carga que llevas... después serás libre para ser lo que siempre quisiste...
Dudando, Gabriel dijo: esto no está bien...
D: pues tu madre piensa que es lo mejor... ¿por qué no se lo preguntas tú mismo?... ven conmigo Gabriel... regresa conmigo a Tierra Caliente... será poco tiempo y después serás libre...
Damián miraba a los ojos de Gabriel, quien se sentía hipnotizado por ese hombre que ejercía un cierto poder sobre él aunque no quisiera reconocerlo.
**********
En la Hacienda Montenegro, Lucio visitaba a Bruno que había quedado en muy mal estado... dentro de su habitación, el capataz se recuperaba de los golpes, el médico le había curado las heridas recomendándole reposo.
Sonriendo, Lucio dijo: parece que los puños del tal Tadeo son de hierro... mira cómo te dejo...
Molesto y adolorido, Bruno respondió: lo que pasó fue que me agarró distraído patrón, pero le aseguro que me las va pagar...
L: olvídate de eso, gracias a esta pelea tuve el pretexto perfecto para deshacerme de él... ese tipo no volverá a pisar esta Hacienda...
B: pero ¿qué le va decir a su hermano cuando vuelva?
L: lo que Damián diga no me importa... es más he pensado en comprarle su parte después de todo para que se vaya definitivamente de este lugar... ya no lo soporto más...
B: pensé que ya no quería comprarle...
L: lo haré aunque claro el único beneficiado seré yo mientras que mi hermano se irá de esta Hacienda sin nada... se irá como un perro...
B: pues no sé qué planea patrón... pero no ha pensado que quizás su hermano ya no quiera venderle...
L: por supuesto que querrá... después de todo él no tiene ningún motivo para quedarse... ni siquiera tiene un motivo para vivir... a mi hermano le da lo mismo estar vivo que muerto...
Los dos hombres sonrieron pensando que sería cuestión de tiempo para sacar a Damián para siempre de esa Hacienda.
Al día siguiente, Lucio vio desde su ventana que la camioneta de su hermano llegaba, por lo que decidió bajar a recibirlo con la intención de hablar de una vez con él y decirle que nuevamente estaba decidido a comprarle su parte de la Hacienda.
Lucio bajaba por las escaleras cuando escuchó que su hermano hablaba con alguien... grande fue la sorpresa del mayor de los Montenegro al ver entrar a Damián acompañado de Gabriel, quien lucía aún más hermoso en su estado de embarazo.
Damián sonrió orgulloso al ver a su hermano y dijo: buenas, Lucio, ya estoy de regreso y traigo a un invitado, bueno en realidad a dos...
El rubio se refería a Gabriel y a su hijo... Gabriel se sentía apenado por ese momento incómodo mientras que el pelinegro no salía de su asombro.
Por primera vez en su vida, Lucio Montenegro no sabía qué decir ni qué hacer.
por primera vez en su vida, Lucio Montenegro no sabía qué decir ni qué hacer

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