Era una tranquila noche en Tierra Caliente, la mayoría de sus habitantes dormía plácidamente mientras que en la Hacienda Montenegro, Juan y Tadeo disfrutaban de un refrescante baño en la tina del cuarto del rubio...
T: ahhhhh... cuánta tranquilidad se respira...
J: demasiada, extraño a los pequeños Ángel y Rafael...
T: ellos deben estar felices con sus papás en la luna de miel...
J: sí... y doña Martha decidió irse a su casa de la ciudad en lo que Gabriel y don Damián regresan de su viaje...
J: demasiada, extraño a los pequeños Ángel y Rafael...
T: ellos deben estar felices con sus papás en la luna de miel...
J: sí... y doña Martha decidió irse a su casa de la ciudad en lo que Gabriel y don Damián regresan de su viaje...
T: en resumen, tú y yo estamos solos mi Juan...
El rubio se acercó seductoramente a su chico y le besó el cuello...
J: Tadeo ¿ya vas a empezar?... acabamos de hacerlo...
T: sabes que no me canso de hacerte el amor... siempre quiero más...
El rubio se puso de pie mostrando su esculpido cuerpo cubierto por la espuma y el jabón que había en la tina...
El rubio se acercó seductoramente a su chico y le besó el cuello...
J: Tadeo ¿ya vas a empezar?... acabamos de hacerlo...
T: sabes que no me canso de hacerte el amor... siempre quiero más...
El rubio se puso de pie mostrando su esculpido cuerpo cubierto por la espuma y el jabón que había en la tina...
...tomó de la mano al pelicafé y lo levantó para darle un apasionado y húmedo beso en los labios...
Juan sentía como la temperatura de su cuerpo y el de su amado subía hasta hacerlos sudar a pesar de que solo unos instantes antes se habían refrescado...
Tadeo le dio la vuelta a Juan haciendo que este quedara de espaldas ante él, exhibiéndole su delicioso trasero enmarcado por unas nalgas suaves y abultadas que provocaban gran deleite y placer al rubio...
Luego de masajearlas, Tadeo metió uno de sus dedos en el agujero de Juan que gimió al sentir ese invasor... el pelicafé sostuvo sus manos en la pared del baño que chocaba con la tina en la que estaban...
Juan sentía como la temperatura de su cuerpo y el de su amado subía hasta hacerlos sudar a pesar de que solo unos instantes antes se habían refrescado...
Tadeo le dio la vuelta a Juan haciendo que este quedara de espaldas ante él, exhibiéndole su delicioso trasero enmarcado por unas nalgas suaves y abultadas que provocaban gran deleite y placer al rubio...
Luego de masajearlas, Tadeo metió uno de sus dedos en el agujero de Juan que gimió al sentir ese invasor... el pelicafé sostuvo sus manos en la pared del baño que chocaba con la tina en la que estaban...
T: aún estás dilatado... no necesitas más preparación y yo muero por estar dentro de ti otra vez...
Juan no respondió, solo paró sus nalgas aún más como invitando a su rubio para hacer uso de él...
Tadeo colocó su verga en la entrada de Juan y comenzó a restregársela en las nalgas eróticamente como intentando prolongar la excitación de ambos... el pelicafé sentía la longitud de su amado así como las bolas de este masajeando su trasero...
El más joven sentía que no podía aguantar más y con voz suplicante dijo: por favor, entra de una vez... te necesito...
Susurrándole al oído, Tadeo dijo: como tú ordenes mi amor...
El rubio fue enterrándose poco a poco en el interior de Juan hasta que su hombría estuvo totalmente dentro del pelicafé...
Juan no respondió, solo paró sus nalgas aún más como invitando a su rubio para hacer uso de él...
Tadeo colocó su verga en la entrada de Juan y comenzó a restregársela en las nalgas eróticamente como intentando prolongar la excitación de ambos... el pelicafé sentía la longitud de su amado así como las bolas de este masajeando su trasero...
El más joven sentía que no podía aguantar más y con voz suplicante dijo: por favor, entra de una vez... te necesito...
Susurrándole al oído, Tadeo dijo: como tú ordenes mi amor...
El rubio fue enterrándose poco a poco en el interior de Juan hasta que su hombría estuvo totalmente dentro del pelicafé...
Juan se sintió lleno nuevamente esa noche... lleno del ser que amaba... quien lo había reclamado como suyo y con quien ya era un solo ser...
T: ohhh Juan, te amo tanto... me aprietas tan rico...
Juan apretaba su esfínter para darle mayor placer a su rubio, que sin esperar más comenzó a bombear al chico... las bolas de Tadeo chocaban con las nalgas de su amado rompiendo el silencio de esa habitación...
T: ohhh Juan, te amo tanto... me aprietas tan rico...
Juan apretaba su esfínter para darle mayor placer a su rubio, que sin esperar más comenzó a bombear al chico... las bolas de Tadeo chocaban con las nalgas de su amado rompiendo el silencio de esa habitación...
Junto al choque de ambos cuerpos se sumaron los gemidos de Juan que a través de eróticos sonidos dejaba salir las sensaciones que Tadeo le provocaba con cada estocada...
J: ah ah ah ah ah oh sí, Tadeo, así...
Atrás quedó el tiempo en el que Juan se limitaba o se avergonzaba por mostrar sus gemidos, Tadeo le había enseñado a explorarse, le había enseñado a hacer el amor y a disfrutar naturalmente del sexo sin culpas ni remordimientos...
J: ah ah ah ah ah oh sí, Tadeo, así...
Atrás quedó el tiempo en el que Juan se limitaba o se avergonzaba por mostrar sus gemidos, Tadeo le había enseñado a explorarse, le había enseñado a hacer el amor y a disfrutar naturalmente del sexo sin culpas ni remordimientos...
T: me encanta cómo gimes... me encanta saber que soy yo quien te hace gemir de placer... el placer de tenerme dentro de ti y yo estar llenándote de mí...
Juan echó su cabeza hacia atrás para chocar con el musculoso pecho de su hombre y dijo: sólo contigo puedo sentirme así, Tadeo... sólo tú me llenas por completo, te amo...
Tadeo besó la boca del chico que más que entregarle su cuerpo le entregaba el alma...
A partir de ese instante, el rubio no tuvo compasión al invadir el interior de Juan. Empujaba fuertemente, clavándose profundamente y chocando las respingadas nalgas del pelicafé con sus caderas, para después salir casi por completo y repetir...
El pecho de Juan chocaba con la pared del baño y rasguñaba el frío cemento mientras de sus labios salían gemidos de placer, pues el dolor en su culo era mínimo y lo soportaba si era Tadeo quien lo taladraba tan apasionadamente...
T: ahhhh... mi amor... aguanta aún no te corras... aguanta...
Fueron largos minutos de jadeos, gemidos y gruñidos... minutos de muchos besos en la espalda y cuello de Juan, así como de firmes y fuertes embistes por parte de Tadeo... y cuando el final se acercaba, el rubio se clavó hondo en el pelicafé y descargó su espeso y caliente semen hasta el fondo de las entrañas de su chico...
Juan echó su cabeza hacia atrás para chocar con el musculoso pecho de su hombre y dijo: sólo contigo puedo sentirme así, Tadeo... sólo tú me llenas por completo, te amo...
Tadeo besó la boca del chico que más que entregarle su cuerpo le entregaba el alma...
A partir de ese instante, el rubio no tuvo compasión al invadir el interior de Juan. Empujaba fuertemente, clavándose profundamente y chocando las respingadas nalgas del pelicafé con sus caderas, para después salir casi por completo y repetir...
El pecho de Juan chocaba con la pared del baño y rasguñaba el frío cemento mientras de sus labios salían gemidos de placer, pues el dolor en su culo era mínimo y lo soportaba si era Tadeo quien lo taladraba tan apasionadamente...
T: ahhhh... mi amor... aguanta aún no te corras... aguanta...
Fueron largos minutos de jadeos, gemidos y gruñidos... minutos de muchos besos en la espalda y cuello de Juan, así como de firmes y fuertes embistes por parte de Tadeo... y cuando el final se acercaba, el rubio se clavó hondo en el pelicafé y descargó su espeso y caliente semen hasta el fondo de las entrañas de su chico...
La tensión recorrió a ambos jóvenes y la electricidad del momento les hacía jadear liberando todos sus sentimientos en ese delicioso orgasmo... Tadeo plantó su semilla en el interior de Juan y este se derramó manchando la pared de sus fluidos...
Sin abandonar la cueva del placer de Juan, Tadeo se inclinó hasta quedar pecho con espalda con su amado y le puso una mano en el vientre para apretar y que el pelicafé lo sintiera plenamente en su interior...
Tadeo le susurró: no sabes cuánto deseo que en tu vientre lleves ya un hijo mío... quiero fertilizarte y formar una familia contigo... ¿sientes mi semilla en tu interior?... ¿crees que ya te he preñado?
Juan no contestó al susurro de su rubio... su mente había quedado en blanco por el placer recibido, ni siquiera sentía el dolor de su trasero, lo único que percibía en esos momentos era el calor del cuerpo de Tadeo pegado al suyo así como el líquido caliente y muy espeso que recorría sus entrañas...
Tadeo salió de la tina y escurriendo agua tomó en brazos a Juan y cargándolo como a una princesa lo llevó a su cama donde la ronda de besos y caricias no cesaron hasta la madrugada... ambos eran muy jóvenes y las hormonas estaban a flor de piel...
Después de mucha actividad física... el rubio y el pelicafé se quedaron dormidos abrazados de cucharita... Tadeo abrazaba el vientre de su chico con la esperanza de que su semilla germinara pronto y tener a un pequeño cachorro nacido del amor que había entre ellos...
Sin abandonar la cueva del placer de Juan, Tadeo se inclinó hasta quedar pecho con espalda con su amado y le puso una mano en el vientre para apretar y que el pelicafé lo sintiera plenamente en su interior...
Tadeo le susurró: no sabes cuánto deseo que en tu vientre lleves ya un hijo mío... quiero fertilizarte y formar una familia contigo... ¿sientes mi semilla en tu interior?... ¿crees que ya te he preñado?
Juan no contestó al susurro de su rubio... su mente había quedado en blanco por el placer recibido, ni siquiera sentía el dolor de su trasero, lo único que percibía en esos momentos era el calor del cuerpo de Tadeo pegado al suyo así como el líquido caliente y muy espeso que recorría sus entrañas...
Tadeo salió de la tina y escurriendo agua tomó en brazos a Juan y cargándolo como a una princesa lo llevó a su cama donde la ronda de besos y caricias no cesaron hasta la madrugada... ambos eran muy jóvenes y las hormonas estaban a flor de piel...
Después de mucha actividad física... el rubio y el pelicafé se quedaron dormidos abrazados de cucharita... Tadeo abrazaba el vientre de su chico con la esperanza de que su semilla germinara pronto y tener a un pequeño cachorro nacido del amor que había entre ellos...
Al día siguiente, Tadeo se despertó solo en su cama y al ver el reloj notó que ya eran más de las 9 de la mañana... se sorprendió al no ver a Juan, generalmente él le llevaba el café a la cama o lo consentía con un rico desayuno, pero esta vez no estaba ahí...
el pelirrubio se bañó y cambió con prisa pues tendría un día agitado... al bajar al comedor esperaba encontrarse con su chico, pero nuevamente se decepcionó... en la mesa sólo estaba el desayuno, pero nadie más...
Tadeo fue a la cocina y preguntó a una de las sirvientas: me puedes decir ¿dónde está Juan?
Sirvienta: no lo sé joven, no lo he visto... Lupe me dijo que yo le preparara su desayuno, pero nada más...
T: ¿y dónde está Lupe?
Sirvienta: fue por la leche al granero, joven...
El rubio salió rápidamente en busca de Lupe, ella era una de las sirvientas con mayor edad dentro de la Hacienda... antes de llegar al granero, Tadeo se la topó...
T: buenos días Lupe... ando buscando a Juan por todos lados y nadie sabe decirme dónde está... ¿tú sí sabes?
L: buenos días joven... eh pues yo... no sé exactamente... sólo lo vi salir...
T: ¿a qué hora?
L: fue muy temprano... él estaba preparando su café como todas las mañanas, cuando un niño llegó con una carta...
T: ¿una carta? ¿de quién?
L: no lo sé... lo que puedo decirle es que el semblante de Juan cambió completamente... se puso muy nervioso y solo me dijo que tenía que salir de inmediato... que regresaba después...
T: pero ¿no te dijo nada más?... y esa carta ¿dónde está?
L: se la llevó él... es todo lo que sé joven... se lo juro...
T: está bien Lupe... te creo... pero quiero pedirte un favor...
L: dígame...
T: yo tengo una reunión con ganaderos de la región, no puedo faltar pero por favor en cuanto Juan llegue... pídele que se comunique conmigo... voy a estar pendiente del celular...
L: sí joven... como usted diga...
Tadeo fue a la cocina y preguntó a una de las sirvientas: me puedes decir ¿dónde está Juan?
Sirvienta: no lo sé joven, no lo he visto... Lupe me dijo que yo le preparara su desayuno, pero nada más...
T: ¿y dónde está Lupe?
Sirvienta: fue por la leche al granero, joven...
El rubio salió rápidamente en busca de Lupe, ella era una de las sirvientas con mayor edad dentro de la Hacienda... antes de llegar al granero, Tadeo se la topó...
T: buenos días Lupe... ando buscando a Juan por todos lados y nadie sabe decirme dónde está... ¿tú sí sabes?
L: buenos días joven... eh pues yo... no sé exactamente... sólo lo vi salir...
T: ¿a qué hora?
L: fue muy temprano... él estaba preparando su café como todas las mañanas, cuando un niño llegó con una carta...
T: ¿una carta? ¿de quién?
L: no lo sé... lo que puedo decirle es que el semblante de Juan cambió completamente... se puso muy nervioso y solo me dijo que tenía que salir de inmediato... que regresaba después...
T: pero ¿no te dijo nada más?... y esa carta ¿dónde está?
L: se la llevó él... es todo lo que sé joven... se lo juro...
T: está bien Lupe... te creo... pero quiero pedirte un favor...
L: dígame...
T: yo tengo una reunión con ganaderos de la región, no puedo faltar pero por favor en cuanto Juan llegue... pídele que se comunique conmigo... voy a estar pendiente del celular...
L: sí joven... como usted diga...
Tadeo sentía algo en su pecho... tenía un extraño presentimiento... ¿a dónde había ido Juan y por qué se había puesto nervioso al leer esa carta? ¿qué era lo decía en ella?
Con eso en mente, el rubio acudió a su reunión, pero en todo en momento estaba pendiente de su móvil... esperaba la llamada de Juan... las horas pasaron y eran más de las 6 de la tarde cuando Tadeo volvió a la Hacienda... preguntó por su chico, pero él no había vuelto en todo el día... la preocupación lo invadió por lo que salió a buscarlo... no sabía a dónde dirigirse, por lo que tras dar una ronda por el centro del pueblo, decidió volver a la casa...
Con eso en mente, el rubio acudió a su reunión, pero en todo en momento estaba pendiente de su móvil... esperaba la llamada de Juan... las horas pasaron y eran más de las 6 de la tarde cuando Tadeo volvió a la Hacienda... preguntó por su chico, pero él no había vuelto en todo el día... la preocupación lo invadió por lo que salió a buscarlo... no sabía a dónde dirigirse, por lo que tras dar una ronda por el centro del pueblo, decidió volver a la casa...
Eran las 8 y media de la noche cuando Tadeo decidió dar parte a la policía, se dirigía al teléfono de la sala cuando la puerta se abrió dando paso a Juan que con pasos aletargados y un rostro desencajado hacía su aparición después de estar ausente todo el día...
El rubio corrió a abrazarlo: Juan... mi Juan, gracias a Dios que estás bien... estaba muy preocupado por ti... ¿dónde te metiste? ¿dónde estuviste todo el día?
Juan no respondió... sólo se separó de Tadeo y se sentó en las escaleras...
T: ¿qué pasa Juan? ¿por qué estás así?... Lupe me contó que recibiste una carta y te fuiste corriendo... ¿qué pasó Juan? ¿dónde estabas?... contéstame por favor...
Juan finalmente respondió: estaba con mi padre...
Tadeo se sorprendió ante esa revelación: ¿tu padre?... Juan tú nunca me habías hablado de él... ¿está aquí en el pueblo?
J: mi padre fue quien me vendió a esta Hacienda... lo hizo para que don Lucio no le quitara su casa...
El rubio se sentó a un lado de su chico y tomándole de las manos le dijo: yo no sabía nada de esto...
J: esta mañana recibí una carta de él, donde me pedía que fuera a verlo porque se encontraba muy enfermo... yo no sabía nada de él desde que me vine para acá... después de todo él nunca fue bueno conmigo... siempre me despreció por mi condición... según él yo no era un hombre completo y no servía para nada....
El rubio corrió a abrazarlo: Juan... mi Juan, gracias a Dios que estás bien... estaba muy preocupado por ti... ¿dónde te metiste? ¿dónde estuviste todo el día?
Juan no respondió... sólo se separó de Tadeo y se sentó en las escaleras...
T: ¿qué pasa Juan? ¿por qué estás así?... Lupe me contó que recibiste una carta y te fuiste corriendo... ¿qué pasó Juan? ¿dónde estabas?... contéstame por favor...
Juan finalmente respondió: estaba con mi padre...
Tadeo se sorprendió ante esa revelación: ¿tu padre?... Juan tú nunca me habías hablado de él... ¿está aquí en el pueblo?
J: mi padre fue quien me vendió a esta Hacienda... lo hizo para que don Lucio no le quitara su casa...
El rubio se sentó a un lado de su chico y tomándole de las manos le dijo: yo no sabía nada de esto...
J: esta mañana recibí una carta de él, donde me pedía que fuera a verlo porque se encontraba muy enfermo... yo no sabía nada de él desde que me vine para acá... después de todo él nunca fue bueno conmigo... siempre me despreció por mi condición... según él yo no era un hombre completo y no servía para nada....
T: y a pesar de todo ¿fuiste a verlo?...
J: sí... sea como sea es mi padre... ¿qué más podía hacer?
T: y ¿cómo está? ¿hay algo que se pueda hacer por él?
Con voz seca, Juan contestó: no... ya no hay nada que hacer... murió hace una hora...
Al escucharlo, Tadeo no supo qué contestar... sólo pudo abrazar muy fuerte al joven que amaba y darle un beso en la cabeza como símbolo de solidaridad...
Después de unos minutos de silencio, el rubio habló: mi amor, dime ¿en qué te puedo ayudar?
J: no lo sé Tadeo... estoy muy aturdido...
T: eso es normal... tu padre acaba de morir y...
J: no... no es sólo por eso... es verdad que me duele, pero como te dije mi padre nunca fue un buen hombre... habían veces que yo mismo deseaba no tener padre para no soportar sus borracheras y sus golpes...
Juan comenzó a llorar mientras hablaba: sé que soy una persona horrible por haber deseado eso pero...
T: no mi amor... tú no eres una mala persona... es normal que pensaras así cuando él te despreciaba y te hacía sufrir...
J: el caso es que ya está muerto, pero no podía irse sin antes herirme una vez más...
T: ¿de qué hablas?
J: cuando llegué a su casa y lo vi postrado en la cama, pensé que me encontraría a un hombre arrepentido... que me pediría perdón por todo lo que me hizo y que me diría que a pesar de todo me amaba, pero no fue así... nuevamente me confirmó su desprecio y me reveló algo que yo no esperaba...
T: ¿qué cosa?
J: que mi madre no está muerta...
T: ¿cómo?
J: no recuerdo a mi madre... sabía que ella había fallecido poco después de mi nacimiento... creía que por eso mi padre me odiaba, él nunca quería hablarme de ella hasta hoy... hoy que en su lecho de muerte me confesó que mi madre no murió sino que me abandonó... a ella tampoco le importé... nunca me quiso...
Lágrimas amargas corrían por el rostro de Juan diciendo palabras aún más dolorosas: ¿te das cuenta Tadeo?... durante años pensé que mi madre era una mujer buena, que me había amado antes de morir y hoy me entero que ella me abandonó con mi padre... sin importarle lo que pudiera pasarme... eso me duele mucho... mucho...
T: tranquilízate mi amor... no tiene caso que te atormentes por cosas que ya no valen la pena...
J: ¿es que no lo entiendes?... mi madre podría estar viva... ella quizás está en algún lugar y yo...
Tadeo abrazó nuevamente a Juan y le dijo: tranquilo amor... sé lo que sientes... yo viví algo parecido recuerdas... pero ahora no pienses en ello... ahora tenemos que encargarnos del cuerpo de tu padre... no te atormentes esta noche... recuerda que tú ya no estás solo... me tienes a mí para apoyarte y para amarte...
J: gracias Tadeo... no sé qué haría sin ti...
El pelirrubio limpió las lágrimas del rostro de Juan y le dio un tierno beso en la frente...
J: sí... sea como sea es mi padre... ¿qué más podía hacer?
T: y ¿cómo está? ¿hay algo que se pueda hacer por él?
Con voz seca, Juan contestó: no... ya no hay nada que hacer... murió hace una hora...
Al escucharlo, Tadeo no supo qué contestar... sólo pudo abrazar muy fuerte al joven que amaba y darle un beso en la cabeza como símbolo de solidaridad...
Después de unos minutos de silencio, el rubio habló: mi amor, dime ¿en qué te puedo ayudar?
J: no lo sé Tadeo... estoy muy aturdido...
T: eso es normal... tu padre acaba de morir y...
J: no... no es sólo por eso... es verdad que me duele, pero como te dije mi padre nunca fue un buen hombre... habían veces que yo mismo deseaba no tener padre para no soportar sus borracheras y sus golpes...
Juan comenzó a llorar mientras hablaba: sé que soy una persona horrible por haber deseado eso pero...
T: no mi amor... tú no eres una mala persona... es normal que pensaras así cuando él te despreciaba y te hacía sufrir...
J: el caso es que ya está muerto, pero no podía irse sin antes herirme una vez más...
T: ¿de qué hablas?
J: cuando llegué a su casa y lo vi postrado en la cama, pensé que me encontraría a un hombre arrepentido... que me pediría perdón por todo lo que me hizo y que me diría que a pesar de todo me amaba, pero no fue así... nuevamente me confirmó su desprecio y me reveló algo que yo no esperaba...
T: ¿qué cosa?
J: que mi madre no está muerta...
T: ¿cómo?
J: no recuerdo a mi madre... sabía que ella había fallecido poco después de mi nacimiento... creía que por eso mi padre me odiaba, él nunca quería hablarme de ella hasta hoy... hoy que en su lecho de muerte me confesó que mi madre no murió sino que me abandonó... a ella tampoco le importé... nunca me quiso...
Lágrimas amargas corrían por el rostro de Juan diciendo palabras aún más dolorosas: ¿te das cuenta Tadeo?... durante años pensé que mi madre era una mujer buena, que me había amado antes de morir y hoy me entero que ella me abandonó con mi padre... sin importarle lo que pudiera pasarme... eso me duele mucho... mucho...
T: tranquilízate mi amor... no tiene caso que te atormentes por cosas que ya no valen la pena...
J: ¿es que no lo entiendes?... mi madre podría estar viva... ella quizás está en algún lugar y yo...
Tadeo abrazó nuevamente a Juan y le dijo: tranquilo amor... sé lo que sientes... yo viví algo parecido recuerdas... pero ahora no pienses en ello... ahora tenemos que encargarnos del cuerpo de tu padre... no te atormentes esta noche... recuerda que tú ya no estás solo... me tienes a mí para apoyarte y para amarte...
J: gracias Tadeo... no sé qué haría sin ti...
El pelirrubio limpió las lágrimas del rostro de Juan y le dio un tierno beso en la frente...
Al día siguiente se realizó el entierro del padre de Juan... Tadeo se encargó de todo y luego de una semana mientras ambos jóvenes estaban en el comedor...
T: ¿por qué no comes Juan? no estás comiendo bien y te vas a enfermar...
J: no me siento bien... tengo un poco de náuseas...
T: lo que pasa es que no puedes dejar de pensar en lo que tu padre te confesó antes de morir...
J: es que yo tengo que saber toda la verdad de mi origen... ¿quién era mi madre? ¿por qué se fue? y ¿dónde está ahora?
T: ¿tu padre no te dijo ni siquiera su nombre?
J: no quiso hacerlo y no hay nadie que conozca que pueda decírmelo... no sé qué hacer...
T: espera... sí hay alguien que puede ayudarte...
J: ¿quién?
T: el padre Abraham... él ha sido sacerdote de este pueblo durante muchos años, incluso conoció a mis abuelos... entonces él tuvo que haber visto a tu madre ¿no crees?
J: tienes razón... estoy tan aturdido que nunca pensé en él... él siempre se mostró esquivo cuando hablaba de mi madre... sin duda sabe algo... iré a verlo ahora mismo...
T: ¿por qué no comes Juan? no estás comiendo bien y te vas a enfermar...
J: no me siento bien... tengo un poco de náuseas...
T: lo que pasa es que no puedes dejar de pensar en lo que tu padre te confesó antes de morir...
J: es que yo tengo que saber toda la verdad de mi origen... ¿quién era mi madre? ¿por qué se fue? y ¿dónde está ahora?
T: ¿tu padre no te dijo ni siquiera su nombre?
J: no quiso hacerlo y no hay nadie que conozca que pueda decírmelo... no sé qué hacer...
T: espera... sí hay alguien que puede ayudarte...
J: ¿quién?
T: el padre Abraham... él ha sido sacerdote de este pueblo durante muchos años, incluso conoció a mis abuelos... entonces él tuvo que haber visto a tu madre ¿no crees?
J: tienes razón... estoy tan aturdido que nunca pensé en él... él siempre se mostró esquivo cuando hablaba de mi madre... sin duda sabe algo... iré a verlo ahora mismo...
Más tarde, Juan llegó a la iglesia de San Sebastián y sin rodeos habló con el padre Abraham...
J: eso fue lo que mi padre me dijo antes de morir... padre usted tiene que saber algo... ayúdeme a saber la verdad sobre mi madre... por favor, si sabe algo dígamelo ahora...
El viejo sacerdote dudó en hablar, pero finalmente lo hizo...
A: gracias a Dios que Benito, tu padre, habló antes de morir... por fin soy libre de esta verdad que durante años me callé porque él me obligó mediante el secreto de confesión... dime ¿qué quieres saber exactamente Juan?
J: todo... el nombre de mi madre, cómo era físicamente y sobre todo por qué se fue sin importarle lo que pasara conmigo...
A: bien, te lo diré... el nombre de tu madre es Sara... Sara López, era una muchacha muy guapa de rasgos finos y cabello negro, sus ojos se parecían mucho a los tuyos, era más joven que tu padre y aunque se casó con él amándolo, él se encargó de que ese cariño se convirtiera en la más terrible de las pesadillas...
J: ¿pesadilla?
A: sí... Benito le dio muy mala vida a Sara, constantemente le pegaba y en más de una ocasión, ella vino aquí llorando porque ya no soportaba la vida que llevaba... un día ella tomó la decisión de dejar a tu padre, pero no lo hizo porque se enteró que estaba embarazada de ti... tu padre desconfiaba de ella porque al ser una mujer guapa muchos hombres la volteaban a ver... incluso llegó a reclamarle acusándola de que el hijo que llevaba en su vientre no era suyo... la encerró durante todo su embarazo... hasta que pocas semanas después de dar a luz, tu padre totalmente alcoholizado golpeó tanto a Sara que la mandó al hospital... ella estuvo internada unos días y cuando salió no volvió a tu casa... tu padre que se había quedado cuidándote la acusó de haberse fugado con otro hombre, pero eso no fue verdad... Sara se fue del pueblo pero se fue sola, huyendo del maltrato y la mala vida que le daba Benito... y esa es toda la verdad hijo...
Juan estaba boquiabierto ante todo lo que había escuchado, después de unos minutos reaccionó y preguntó: ¿y por qué se calló todo este tiempo padre? ¿por qué nunca me dijo nada?
A: ya te lo dije, por el secreto de confesión... tu padre se hundió aún más en el alcoholismo después de la partida de Sara... mi deber como cristiano era apoyarlo y en más de una ocasión platiqué con él... una de esas veces él se confesó conmigo y me pidió callar para no seguir con la vergüenza de haber sido abandonado... por eso hizo creer a todos en el pueblo que Sara había muerto al poco tiempo de fugarse y sólo yo sabía que eso era una mentira, pero no podía decir nada...
J: ahora entiendo todo... el desprecio de mi padre... porque en más de una ocasión me gritó que yo no era su hijo... él realmente creía que yo podía ser hijo de otro hombre...
A: eso es cierto... pero te aseguro que nada de eso verdad... tu padre sí fue Benito... lo sé porque tu madre era una mujer buena e íntegra...
J: ¿buena? ¿cómo puede decir eso padre?... ella no puede ser buena cuando me abandonó... entiendo que no aguantaba la vida que mi padre le daba, pero por qué no me llevó con ella... yo era su hijo...
A: no lo hizo porque como te dije ella estaba desesperada... tu padre la tenía encerrada y cuando salió del hospital lo único que se le ocurrió fue huir... yo sé que estuvo mal, pero debes entenderla, aunque no la perdones... recuerda que los hijos no tienen por qué juzgar a sus padres...
J: eso es fácil de decir... pero qué caso tiene ya perdonarla o no... después de todo a estas alturas ni siquiera sé si vive o no...
El sacerdote se levantó de su asiento y dijo: es que tu madre sí está con vida... ella aún vive...
Atónito, Juan preguntó: ¿cómo puede saberlo?
A: porque yo sé dónde está...
Los ojos de Juan se abrieron desmesuradamente y tomó por los hombros al viejo sacerdote: ¿qué dice?... usted sabe dónde está mi madre... hable padre... dígame dónde está por favor...
A: tu madre vive en un pueblo un poco lejos de aquí... en el pueblo de San Bartolomé...
J: y ¿cómo lo sabe?
A: hace alrededor de cinco años... yo fui a ese pueblo por algunos encargos y grande fue mi sorpresa al encontrarme a Sara... no me fue complicado reconocerla porque a pesar del tiempo sigue pareciéndose a la Sara que yo recordaba... ella también me reconoció y platicamos por un rato...
J: ¿ y qué fue lo que le dijo? ¿preguntó por mí?
A: sí... pero solo me preguntó si estabas vivo... yo le dije que sí y no quiso saber más...
J: no entiendo... y ¿qué fue de su vida?
A: se casó con un buen hombre y tuvo dos hijos, un chico y una chica...
J: Dios Mío y yo sin saber nada de esto... ¿qué debo hacer padre? ¿debo ir a buscarla? ¿qué debo hacer? dígame...
A: hijo, debes hacer lo que te dicte el corazón... pero sí decides ir a San Bartolomé no busques a Sara López sino a Sara de Guzmán... ese es su nombre de casada...
Juan salió de la iglesia con más dudas de las que había llevado, dudas que sólo podría aclarar con su propia madre y para hacerlo tenía que viajar a San Bartolomé...
J: eso fue lo que mi padre me dijo antes de morir... padre usted tiene que saber algo... ayúdeme a saber la verdad sobre mi madre... por favor, si sabe algo dígamelo ahora...
El viejo sacerdote dudó en hablar, pero finalmente lo hizo...
A: gracias a Dios que Benito, tu padre, habló antes de morir... por fin soy libre de esta verdad que durante años me callé porque él me obligó mediante el secreto de confesión... dime ¿qué quieres saber exactamente Juan?
J: todo... el nombre de mi madre, cómo era físicamente y sobre todo por qué se fue sin importarle lo que pasara conmigo...
A: bien, te lo diré... el nombre de tu madre es Sara... Sara López, era una muchacha muy guapa de rasgos finos y cabello negro, sus ojos se parecían mucho a los tuyos, era más joven que tu padre y aunque se casó con él amándolo, él se encargó de que ese cariño se convirtiera en la más terrible de las pesadillas...
J: ¿pesadilla?
A: sí... Benito le dio muy mala vida a Sara, constantemente le pegaba y en más de una ocasión, ella vino aquí llorando porque ya no soportaba la vida que llevaba... un día ella tomó la decisión de dejar a tu padre, pero no lo hizo porque se enteró que estaba embarazada de ti... tu padre desconfiaba de ella porque al ser una mujer guapa muchos hombres la volteaban a ver... incluso llegó a reclamarle acusándola de que el hijo que llevaba en su vientre no era suyo... la encerró durante todo su embarazo... hasta que pocas semanas después de dar a luz, tu padre totalmente alcoholizado golpeó tanto a Sara que la mandó al hospital... ella estuvo internada unos días y cuando salió no volvió a tu casa... tu padre que se había quedado cuidándote la acusó de haberse fugado con otro hombre, pero eso no fue verdad... Sara se fue del pueblo pero se fue sola, huyendo del maltrato y la mala vida que le daba Benito... y esa es toda la verdad hijo...
Juan estaba boquiabierto ante todo lo que había escuchado, después de unos minutos reaccionó y preguntó: ¿y por qué se calló todo este tiempo padre? ¿por qué nunca me dijo nada?
A: ya te lo dije, por el secreto de confesión... tu padre se hundió aún más en el alcoholismo después de la partida de Sara... mi deber como cristiano era apoyarlo y en más de una ocasión platiqué con él... una de esas veces él se confesó conmigo y me pidió callar para no seguir con la vergüenza de haber sido abandonado... por eso hizo creer a todos en el pueblo que Sara había muerto al poco tiempo de fugarse y sólo yo sabía que eso era una mentira, pero no podía decir nada...
J: ahora entiendo todo... el desprecio de mi padre... porque en más de una ocasión me gritó que yo no era su hijo... él realmente creía que yo podía ser hijo de otro hombre...
A: eso es cierto... pero te aseguro que nada de eso verdad... tu padre sí fue Benito... lo sé porque tu madre era una mujer buena e íntegra...
J: ¿buena? ¿cómo puede decir eso padre?... ella no puede ser buena cuando me abandonó... entiendo que no aguantaba la vida que mi padre le daba, pero por qué no me llevó con ella... yo era su hijo...
A: no lo hizo porque como te dije ella estaba desesperada... tu padre la tenía encerrada y cuando salió del hospital lo único que se le ocurrió fue huir... yo sé que estuvo mal, pero debes entenderla, aunque no la perdones... recuerda que los hijos no tienen por qué juzgar a sus padres...
J: eso es fácil de decir... pero qué caso tiene ya perdonarla o no... después de todo a estas alturas ni siquiera sé si vive o no...
El sacerdote se levantó de su asiento y dijo: es que tu madre sí está con vida... ella aún vive...
Atónito, Juan preguntó: ¿cómo puede saberlo?
A: porque yo sé dónde está...
Los ojos de Juan se abrieron desmesuradamente y tomó por los hombros al viejo sacerdote: ¿qué dice?... usted sabe dónde está mi madre... hable padre... dígame dónde está por favor...
A: tu madre vive en un pueblo un poco lejos de aquí... en el pueblo de San Bartolomé...
J: y ¿cómo lo sabe?
A: hace alrededor de cinco años... yo fui a ese pueblo por algunos encargos y grande fue mi sorpresa al encontrarme a Sara... no me fue complicado reconocerla porque a pesar del tiempo sigue pareciéndose a la Sara que yo recordaba... ella también me reconoció y platicamos por un rato...
J: ¿ y qué fue lo que le dijo? ¿preguntó por mí?
A: sí... pero solo me preguntó si estabas vivo... yo le dije que sí y no quiso saber más...
J: no entiendo... y ¿qué fue de su vida?
A: se casó con un buen hombre y tuvo dos hijos, un chico y una chica...
J: Dios Mío y yo sin saber nada de esto... ¿qué debo hacer padre? ¿debo ir a buscarla? ¿qué debo hacer? dígame...
A: hijo, debes hacer lo que te dicte el corazón... pero sí decides ir a San Bartolomé no busques a Sara López sino a Sara de Guzmán... ese es su nombre de casada...
Juan salió de la iglesia con más dudas de las que había llevado, dudas que sólo podría aclarar con su propia madre y para hacerlo tenía que viajar a San Bartolomé...
Unos días después junto con Tadeo, Juan llegó al lejano pueblo de San Bartolomé donde pidió informes por Sara de Guzmán...
Habitante: ah sí, doña Sara, la esposa del banquero... ella vive en...
Juan y Tadeo finalmente llegaron a una bonita casa ubicada en el centro de ese pueblo y pidieron hablar con la señora del hogar... fueron conducidos a la sala donde el pelicafé observó varias fotografías... eran retratos familiares donde se observaba a una pareja con dos jóvenes... Juan se preguntaba si la mujer de esas fotos era su madre...
Tadeo se acercó y le preguntó en voz baja: ¿crees que ella sea tu mamá?
Juan no respondió, le sudaban las manos al pensar que en unos instantes estaría frente a frente con la mujer que le dio la vida... de pronto escuchó unos pasos que se acercaban...
Buenas tardes jóvenes, se escuchó decir... era la voz fuerte y segura de una mujer de casi 40 años... Juan volteó a ver a la persona y se encontró con una mujer de tez blanca, cabello oscuro, ojos negros, delgada y de estatura media, vestía de manera sencilla y clásica de una señora de su edad...
El pelicafé se quedó mudo al ver a la dama sintiendo el llamado de la sangre... fue Tadeo quien reaccionó rápidamente...
T: buenas tardes señora... ¿usted es Sara de Guzmán?
S: así es... estoy a sus órdenes... díganme en qué puedo ayudarles...
T: ehhh... pues verá nosotros...
Juan interrumpió y con un tono de voz nervioso dijo: nosotros venimos de Tierra Caliente... ¿eso no le dice nada señora?
El rostro de la mujer cambió su calidez por la sorpresa: ehhh, pues yo... yo viví en ese pueblo muchos años... pero no entiendo... ¿quiénes son ustedes?
T: yo soy Tadeo Montenegro y él es...
Juan interrumpió nuevamente y dijo: yo me llamo Gabriel... Gabriel Santos...
Tadeo se sorprendió al escuchar a Juan sin entender por qué se cambiaba de nombre...
Habitante: ah sí, doña Sara, la esposa del banquero... ella vive en...
Juan y Tadeo finalmente llegaron a una bonita casa ubicada en el centro de ese pueblo y pidieron hablar con la señora del hogar... fueron conducidos a la sala donde el pelicafé observó varias fotografías... eran retratos familiares donde se observaba a una pareja con dos jóvenes... Juan se preguntaba si la mujer de esas fotos era su madre...
Tadeo se acercó y le preguntó en voz baja: ¿crees que ella sea tu mamá?
Juan no respondió, le sudaban las manos al pensar que en unos instantes estaría frente a frente con la mujer que le dio la vida... de pronto escuchó unos pasos que se acercaban...
Buenas tardes jóvenes, se escuchó decir... era la voz fuerte y segura de una mujer de casi 40 años... Juan volteó a ver a la persona y se encontró con una mujer de tez blanca, cabello oscuro, ojos negros, delgada y de estatura media, vestía de manera sencilla y clásica de una señora de su edad...
El pelicafé se quedó mudo al ver a la dama sintiendo el llamado de la sangre... fue Tadeo quien reaccionó rápidamente...
T: buenas tardes señora... ¿usted es Sara de Guzmán?
S: así es... estoy a sus órdenes... díganme en qué puedo ayudarles...
T: ehhh... pues verá nosotros...
Juan interrumpió y con un tono de voz nervioso dijo: nosotros venimos de Tierra Caliente... ¿eso no le dice nada señora?
El rostro de la mujer cambió su calidez por la sorpresa: ehhh, pues yo... yo viví en ese pueblo muchos años... pero no entiendo... ¿quiénes son ustedes?
T: yo soy Tadeo Montenegro y él es...
Juan interrumpió nuevamente y dijo: yo me llamo Gabriel... Gabriel Santos...
Tadeo se sorprendió al escuchar a Juan sin entender por qué se cambiaba de nombre...
S: mucho gusto a ambos... tomen asiento por favor... ¿desean algo de tomar?
J: no, gracias... la verdad es que venimos con algo de prisa... tenemos que regresar hoy mismo a Tierra Caliente y entenderá que el viaje es un poco largo...
S: sí claro, comprendo... pero lo que no entiendo es por qué me buscan a mí...
J: señora Sara... dice que vivió muchos años en Tierra Caliente, pero no vivió sola ¿o sí?
Sara dudó unos instantes y habló: no, la verdad es que no vivía sola... viví un tiempo con... mi primer esposo...
J: ¿sólo con su esposo?
S: la mayor parte del tiempo sí...
Tadeo intervino en la conversación: ¿puede decirnos el nombre de su primer esposo?
S: Benito... se llamaba Benito o se llama... tiene tantos años que ya ni siquiera sé si vive o no...
J: nuestra presencia aquí tiene que ver precisamente con él... el señor Benito murió hace unas semanas... pero a él le sobrevive un hijo... un joven llamado Juan... ¿ese nombre no le dice nada señora?
Sara se levantó del asiento y dando la espalda a los jóvenes dijo: ese es el nombre de mi hijo... el hijo que yo abandoné cuando era un bebé...
A espaldas de Sara, Tadeo tomó la mano de Juan y este hablo con firmeza: efectivamente señora, así es... Juan es su hijo y yo... yo soy...
Juan apretó la mano de Tadeo y se levantó para ponerse frente a frente con Sara y dijo: yo soy el representante legal de Juan...
S: ¿representante legal?
J: así es... durante años su hijo creyó que usted estaba muerta... eso fue lo que su padre le hizo creer... hasta hace poco se enteró de su existencia, investigó y cuando dio con su paradero me envió para que le entregara esto...
Juan sacó de su saco un sobre y extendió su mano: esta carta es para usted... es de su hijo Juan...
Con manos temblorosas, Sara tomó la carta y comenzó a llorar desplomándose en el sillón: Dios Mío, una carta de mi hijo Juan... seguramente debe reprocharme por haberlo abandonado, pero si él supiera mis motivos... si supiera que nunca lo busqué por miedo, porque temía a su rechazo, porque siempre he sido una cobarde... estoy segura que él debe despreciarme...
Tadeo habló: se equivoca señora, puedo entender su temor, pero le aseguro que Juan nunca la hubiera rechazado...
S: ¿cómo puede estar seguro de eso?
T: porque conozco a Juan y sé que es un ser maravilloso...
Sara agachó el rostro y quiso abrir el sobre, pero Juan la interrumpió: no lo haga señora... no abra el sobre aún... creo que será mejor que lea la carta cuando esté sola...
S: pero quizás Juan quiere una respuesta...
J: no, él me dijo que sólo le entregara la carta... eso es todo...
S: está bien... le agradezco mucho joven...
J: pues eso es todo... nosotros ya tenemos que irnos...
S: de verdad ¿no quieren nada de tomar?...
J: gracias señora pero no... tenemos que irnos...
Juan extendió su brazo y Sara estrechó su mano sintiendo ambos una calidez en su corazón... aunque ella no entendía por qué...
Ambos jóvenes salieron de la casa y antes de subir a la camioneta, Tadeo quiso preguntar: Juan no entiendo...
J: por favor Tadeo... no me preguntes nada... ahora sólo vámonos...
Tadeo entendió y ambos tomaron camino de regreso... ninguno habló en todo el trayecto... el rubio entendía que el corazón de Juan necesitaba silencio...
J: no, gracias... la verdad es que venimos con algo de prisa... tenemos que regresar hoy mismo a Tierra Caliente y entenderá que el viaje es un poco largo...
S: sí claro, comprendo... pero lo que no entiendo es por qué me buscan a mí...
J: señora Sara... dice que vivió muchos años en Tierra Caliente, pero no vivió sola ¿o sí?
Sara dudó unos instantes y habló: no, la verdad es que no vivía sola... viví un tiempo con... mi primer esposo...
J: ¿sólo con su esposo?
S: la mayor parte del tiempo sí...
Tadeo intervino en la conversación: ¿puede decirnos el nombre de su primer esposo?
S: Benito... se llamaba Benito o se llama... tiene tantos años que ya ni siquiera sé si vive o no...
J: nuestra presencia aquí tiene que ver precisamente con él... el señor Benito murió hace unas semanas... pero a él le sobrevive un hijo... un joven llamado Juan... ¿ese nombre no le dice nada señora?
Sara se levantó del asiento y dando la espalda a los jóvenes dijo: ese es el nombre de mi hijo... el hijo que yo abandoné cuando era un bebé...
A espaldas de Sara, Tadeo tomó la mano de Juan y este hablo con firmeza: efectivamente señora, así es... Juan es su hijo y yo... yo soy...
Juan apretó la mano de Tadeo y se levantó para ponerse frente a frente con Sara y dijo: yo soy el representante legal de Juan...
S: ¿representante legal?
J: así es... durante años su hijo creyó que usted estaba muerta... eso fue lo que su padre le hizo creer... hasta hace poco se enteró de su existencia, investigó y cuando dio con su paradero me envió para que le entregara esto...
Juan sacó de su saco un sobre y extendió su mano: esta carta es para usted... es de su hijo Juan...
Con manos temblorosas, Sara tomó la carta y comenzó a llorar desplomándose en el sillón: Dios Mío, una carta de mi hijo Juan... seguramente debe reprocharme por haberlo abandonado, pero si él supiera mis motivos... si supiera que nunca lo busqué por miedo, porque temía a su rechazo, porque siempre he sido una cobarde... estoy segura que él debe despreciarme...
Tadeo habló: se equivoca señora, puedo entender su temor, pero le aseguro que Juan nunca la hubiera rechazado...
S: ¿cómo puede estar seguro de eso?
T: porque conozco a Juan y sé que es un ser maravilloso...
Sara agachó el rostro y quiso abrir el sobre, pero Juan la interrumpió: no lo haga señora... no abra el sobre aún... creo que será mejor que lea la carta cuando esté sola...
S: pero quizás Juan quiere una respuesta...
J: no, él me dijo que sólo le entregara la carta... eso es todo...
S: está bien... le agradezco mucho joven...
J: pues eso es todo... nosotros ya tenemos que irnos...
S: de verdad ¿no quieren nada de tomar?...
J: gracias señora pero no... tenemos que irnos...
Juan extendió su brazo y Sara estrechó su mano sintiendo ambos una calidez en su corazón... aunque ella no entendía por qué...
Ambos jóvenes salieron de la casa y antes de subir a la camioneta, Tadeo quiso preguntar: Juan no entiendo...
J: por favor Tadeo... no me preguntes nada... ahora sólo vámonos...
Tadeo entendió y ambos tomaron camino de regreso... ninguno habló en todo el trayecto... el rubio entendía que el corazón de Juan necesitaba silencio...
Después de unas horas cuando llegaron a la Hacienda Montenegro... Tadeo insistió...
T: ¿por qué Juan? ¿por qué no le dijiste a tu mamá quién eras?
J: esa era mi intención al principio, pero cuando llegué a su casa y vi todas sus fotos familiares, me di cuenta que mi madre había hecho su propia vida y yo no tenía por qué acabar con el mundo que ella había formado... un mundo en el que yo no existo... me conformo con decirle lo que siento mediante una carta...
T: ¿y esa carta que decía?
J: que la perdono, que entiendo sus motivos para haberme dejado y que no le guardo rencor... la libero de cualquier culpa y le digo que soy muy feliz a lado de una maravillosa persona... esa persona eres tú mi amor...
Juan se acercó a Tadeo y este lo estrechó en sus brazos: eres una gran persona Juan... pero creo que sí debiste decirle que tú eres su hijo... después de todo ella es tu única familia...
J: te equivocas, mi familia está aquí... son tú, Gabriel, don Damián...las personas que han estado conmigo...
Tadeo sonrió: sí, tienes razón... somos muchos los que te amamos...
J: y pronto habrá alguien más...
T: ¿alguien más? no entiendo... ¿quién?...
Juan se separó de Tadeo y dijo: no había querido decirte, pero ya sé cuál es el verdadero motivo de mis náuseas...
El rubio abrió los ojos enormemente y dijo: no me digas que tú... que estás...
Juan asintió tímidamente: sí... estoy esperando un hijo tuyo...
T: ¿por qué Juan? ¿por qué no le dijiste a tu mamá quién eras?
J: esa era mi intención al principio, pero cuando llegué a su casa y vi todas sus fotos familiares, me di cuenta que mi madre había hecho su propia vida y yo no tenía por qué acabar con el mundo que ella había formado... un mundo en el que yo no existo... me conformo con decirle lo que siento mediante una carta...
T: ¿y esa carta que decía?
J: que la perdono, que entiendo sus motivos para haberme dejado y que no le guardo rencor... la libero de cualquier culpa y le digo que soy muy feliz a lado de una maravillosa persona... esa persona eres tú mi amor...
Juan se acercó a Tadeo y este lo estrechó en sus brazos: eres una gran persona Juan... pero creo que sí debiste decirle que tú eres su hijo... después de todo ella es tu única familia...
J: te equivocas, mi familia está aquí... son tú, Gabriel, don Damián...las personas que han estado conmigo...
Tadeo sonrió: sí, tienes razón... somos muchos los que te amamos...
J: y pronto habrá alguien más...
T: ¿alguien más? no entiendo... ¿quién?...
Juan se separó de Tadeo y dijo: no había querido decirte, pero ya sé cuál es el verdadero motivo de mis náuseas...
El rubio abrió los ojos enormemente y dijo: no me digas que tú... que estás...
Juan asintió tímidamente: sí... estoy esperando un hijo tuyo...
Tadeo gritó de felicidad y cargó a Juan eufórico por la noticia: mi amor, te amo... es la mejor noticia que podías darme... estoy tan feliz...
Juan comenzó a llorar enternecido por la alegría de Tadeo: sabía que te pondrías feliz y a mí me hace feliz verte así...
Tadeo llenaba de besos el rostro de Juan: te amo tanto que no puedo esperar más... por favor Juan cásate conmigo... formemos nuestro propio hogar, tú, yo y ese niño que viene en camino...
J: es lo que más deseo mi amor... formar una familia contigo...
Tadeo besó tiernamente los labios de Juan diciéndole: te amo mi Juan... te amo...
Juan no respondió sólo estrechaba los cálidos brazos de su futuro esposo sabiendo que en él había encontrado una verdadera familia...
Juan comenzó a llorar enternecido por la alegría de Tadeo: sabía que te pondrías feliz y a mí me hace feliz verte así...
Tadeo llenaba de besos el rostro de Juan: te amo tanto que no puedo esperar más... por favor Juan cásate conmigo... formemos nuestro propio hogar, tú, yo y ese niño que viene en camino...
J: es lo que más deseo mi amor... formar una familia contigo...
Tadeo besó tiernamente los labios de Juan diciéndole: te amo mi Juan... te amo...
Juan no respondió sólo estrechaba los cálidos brazos de su futuro esposo sabiendo que en él había encontrado una verdadera familia...
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