21.- Sombras en el cielo


Era mediodía en Tierra Caliente y el sol quemaba en todo el pueblo... en la Hacienda Montenegro, dentro de una de las habitaciones Gabriel Santos aún dormía después de una noche muy agitada... la luz entraba por la ventana provocando que el castaño abriera sus ojos... se incorporó de la cama y vio que estaba solo en ese cuarto... se movió con dificultad, pues su cuerpo le dolía tras la actividad de la madrugada... la parte inferior era la que más resentía...
Gabriel se levantó y al notar su desnudez se puso una bata... justo en ese momento sus ojos repararon en un enorme arreglo de rosas rojas que estaba sobre el tocador... lentamente se acercó y vio que en una de las rosas había una tarjeta, la abrió y la leyó...
"Gracias por regalarme la mejor noche de mi vida, me hiciste el hombre más feliz... espero que tú pienses lo mismo. Te Amo. Damián Montenegro"
Gabriel sonrió luego de leer la tarjeta y tomó una de las rosas para olerla...
al percibir el aroma, la mente del castaño se vio inundada por las imágenes de la noche anterior     
al percibir el aroma, la mente del castaño se vio inundada por las imágenes de la noche anterior... 

ese sensual olor le hacía evocar el aliento de Damián sobre él, sus manos recorriendo cada espacio de su piel y la sensación de tenerlo dentro de él...
los labios del joven rozaron sensualmente los pétalos de esa rosa
los labios del joven rozaron sensualmente los pétalos de esa rosa...
Los pensamientos de Gabriel fueron interrumpidos por golpes ligeros en la puerta...
G: adelante...
Juan entró con el pequeño Ángel en brazos y dijo: buenos días Gabriel, qué bueno que ya despertaste... el bebé ya está inquieto... creo que te extraña...
G: oh mi pequeño Ángel... dámelo... yo también lo extraño...
Con ternura, Gabriel tomó a su hijo en brazos y el pequeño inquieto se tranquilizó...
Juan sonriendo dijo: se nota que sabe quién lo trajo al mundo...
Gabriel besó a su pequeño y contestó: sabe cuánto lo amo y que estoy dispuesto a todo por él... pero dime ¿cómo se portó anoche? ¿no te dio mucha lata?
J: no, estuvo muy tranquilo... es un bebé muy bien portado... y tú cuéntame cómo te fue...
G: pues... ehhhh... todo bien...
J: ¿todo bien? ¿sólo eso?... no, estoy seguro que hubo más cuando te levantaste hasta esta hora... y mira don Damián te envío ese enorme arreglo de rosas... anda cuéntame...
Las mejillas de Gabriel se encendieron sin saber cómo contarle a su amigo lo que había pasado entre él y Damián...
G: pues es que anoche después de cenar, regresamos y yo venía un poco tomado... y pues Damián también y... él me besó y luego... pues luego... él y yo...
Juan no necesito escuchar más pues al ver el rubor en las mejillas de su amigo así como el nerviosismo con el que contaba lo que pasó, entendió todo perfectamente...
J: quieres decir que don Damián y tú ya...
Gabriel solo asintió sintiendo que su rostro hervía por la pena...
J: ay Gabriel... que gusto me da por ti... finalmente aceptaste a don Damián... estoy seguro que él te va hacer muy feliz...
G: eso mismo me dijo él... que va hacerme muy feliz, pero...
J: pero qué... ¿no me digas que te arrepientes de lo que pasó?
G: no, eso no... no me arrepiento, pero...
J: pero qué...
Gabriel hizo un puchero como niño y dijo: es que me duele mucho mi cuerpo... tú entiendes ¿verdad?
Juan entendió a qué se refería su amigo y sonriendo abrazó al castaño...
En el campo, Damián y Tadeo cabalgaban mientras supervisaban el trabajo de los peones...
D: no sabes cuánto me alegra el que nuevamente cuente con tu ayuda para el trabajo hijo...
Tadeo sonrió y contestó: a mí también me da gusto estar de vuelta... pero estoy seguro que esa cara de felicidad que tienes no es solo por mí ¿o me equivoco?
D: no te equivocas... estoy muy feliz porque finalmente Gabriel aceptó lo que siente por mí... aceptó que me ama y anoche me lo demostró...
T: me alegra mucho... él es un muy buen chico y tú lo amas...
D: gracias hijo... no sabes lo bien que se siente que la persona a la que amas te corresponda... me siento como un chiquillo enamorado... no quisiera apartarme de él ni un segundo...
T: y por qué no te quedaste con él todo el día...
D: no puedo hacerlo, si estoy cerca soy capaz de lastimarlo demasiado y dejarlo paralítico ¿entiendes?
T: jajajajaja... sí entiendo...
En ese momento, Lucio Montenegro apareció también montando un caballo y al ver a Damián y Tadeo sonriendo se acercó y dijo: pero qué cuadro tan más conmovedor
En ese momento, Lucio Montenegro apareció también montando un caballo y al ver a Damián y Tadeo sonriendo se acercó y dijo: pero qué cuadro tan más conmovedor... padre e hijo dando un paseo por el campo... qué pasa Damián... quieres resarcir el haberte desentendido de este pobre muchacho durante tantos años...
Damián sonrió y contestó: sí, tienes razón, no me va alcanzar la vida para recuperar el tiempo que perdí con mi hijo y de eso tú eres el responsable... pero lo mejor es que pese a todo, él y yo ahora estamos juntos y tú hermano estás como siempre solo...
L: ja... no te sientas tan satisfecho por todo hermanito... ay veces que la felicidad se evapora así como llega...
D: yo me encargaré de proteger mi felicidad de quien sea hermano... porque tengo todo lo que un hombre necesita el amor de unos hijos como Tadeo y Ángel y el amor de una pareja como Gabriel...
L: ¿el amor de Gabriel? por favor de eso no estás seguro...
D: por supuesto que lo estoy... anoche Gabriel me lo dijo y me lo demostró...
El rostro de Lucio cambió al ver en los ojos de su hermano que decía la verdad, por lo que sin disimular su coraje se largó a todo galope...
T: no cabe duda, que él odia tu felicidad...
D: lo sé... pero no se atreverá a hacer nada y tú no le hagas caso hijo...
T: no te preocupes papá... Lucio ya no puede hacerme más daño del que ya me hizo...
Ambos hombres continuaron su cabalgata así como su conversación olvidándose de ese mal rato...
Furioso, Lucio regresó a la Hacienda y sin permiso entró a la habitación de Gabriel, donde lo primero que vio fue el arreglo de rosas... se acercó y leyó la tarjeta para después arrugarla con su mano lleno de ira e impotencia...
en ese momento, Gabriel salió del baño y se encontró con el hombre
en ese momento, Gabriel salió del baño y se encontró con el hombre...
G: ¿qué haces aquí? por lo visto ya se te hizo costumbre entrar mi cuarto sin permiso...
L: ¿mi cuarto?... se te llena la boca al decirlo... pero te recuerdo que nada de lo que aquí hay es tuyo... nada...
G: tienes razón... nada es mío... pero sí de Damián... él sí es dueño de la mitad de todo lo que hay aquí...
Lucio se acercó retadoramente al joven y dijo: ah, veo que ahora ya hasta defiendes a Damián, ¿por qué?... acaso mi hermanito te ha dejado muy satisfecho... acaso él ya te regaló parte de su fortuna... no lo dudaría cuando le regalaste "la mejor noche de su vida"...
Al decir esas últimas palabras, Lucio le mostró a Gabriel la tarjeta arrugada, por lo que muy molesto se la arrebató...
G: ¿cómo te atreves? tú no tienes derecho...
Gabriel no pudo terminar de decir la frase cuando Lucio lo agarró fuertemente por los hombros y gritó: yo tengo todo el derecho porque soy un Montenegro y todo lo que hay aquí me pertenece, más que a Damián... absolutamente todo... menos tú...
El castaño vio como los ojos del pelinegro mostraban rabia y dolor mientras hablaba: no lo entiendo, no entiendo por qué te entregaste a mi hermano y no a mí.... acaso soy menos hombre que él... dime Gabriel, ¿por qué lo preferiste a él? ¿por qué a él y no a mí? contéstame...
G: suéltame Lucio, me estás lastimando... lo que dices no tiene sentido... yo no elegí a Damián...
L: sí lo hiciste... y eso hiere mi orgullo... tú has pisoteado mi dignidad, la has hecho pedazos con tu desprecio...
G: mi desprecio, tú te lo has ganado... te has comportado de manera vil no solo conmigo sino con Juan, de quien abusaste sexualmente, también intentaste hacerlo conmigo y luego me secuestraste... ¿cómo puedes decirme que soy yo quien te ha ofendido?
L: pero no entiendes que me gustas... me gustas demasiado, te deseo y por eso he hecho tantas tonterías...
G: pues yo no siento nada por ti y si quieres escucharlo te lo voy a decir... no sé cómo ni cuándo, pero me enamoré de Damián... él es el padre de mi hijo y el hombre al que amo...
Lucio apretó más fuerte a Gabriel y vociferó: no repitas eso frente a mí... no vuelvas hacerlo...
G: aunque te duela, esa es la verdad...
L: yo soy más hombre que Damián y te lo voy a demostrar...
Sin esperar más, Lucio besó en los labios a Gabriel de manera sorpresiva... el chico no pudo evitar que su cavidad bucal fuera invadida por la ardiente boca de Lucio, quien salvajemente disfrutaba de esos carnosos labios...
Gabriel sentía que le faltaba la respiración, sin poderse liberar... de sus ojos comenzaron a salir lágrimas de impotencia, pues se sentía humillado... sus labios eran besados ardientemente por otro hombre que no era Damián, a quien su cuerpo reconocía como único dueño de su ser y de su alma...
La lengua de Lucio exploraba el interior de la boca de Gabriel y aunque no era la primera vez que lo besaba... ahora le resultaba más excitante, pues estaba tomando algo prohibido, algo que le pertenecía a su odiado hermano y que él deseaba robarle...
Ante la falta de oxígeno, Lucio liberó los labios de Gabriel, quien al sentirse separado de su acosador, le dio una fuerte bofetada...
G: eres un desgraciado... no vuelvas a tocarme nunca más o...
L: o qué... ¿le vas a decir a mi hermanito?... no estaría mal... me darías el pretexto perfecto para madrearlo y hasta matarlo... vamos dile lo que acabo de hacer... dile que su "mujercita" fue besada por mí... pero también dile que correspondiste a mi beso... que tu cuerpo se encendió al tenerme tan cerca...
G: eso no es verdad... tú me das asco...
L: pues vas a ser mío Gabriel, mío...
Lucio intentó besar nuevamente a Gabriel, pero este se resistió... en ese preciso instante, Juan entró a la habitación con el pequeño Ángel en brazos descubriendo la incómoda situación...
El joven sirviente gritó: Gabriel, ¿qué pasa aquí?
Al verse descubierto, Lucio detuvo su ataque y dijo: aquí no pasa nada Juan... solo vine a saludar a mi cuñado...
Cínicamente Lucio sonrió y salió de la habitación, al tiempo que Juan corrió hacia Gabriel: ¿estás bien? ¿qué te hizo ese cerdo?
Agitado, Gabriel respondió: nada, no me hizo nada...
J: Gabriel, tienes que decirle a don Damián que su hermano te está molestando...
G: no, eso no... si lo hago voy a provocar un enfrentamiento y Lucio podría hacerle daño a Damián y no quiero que le pase nada...
J: pero Gabriel, yo creo que deberías decirle...
G: ya te dije que no Juan... yo mismo voy a resolver esto, no te preocupes... así que por favor te pido que no vayas a decir nada de esto a nadie... promételo Juan, por favor...
J: sabes que no necesito prometerte nada... si tú me lo pides así lo haré... no voy a decir nada, no te preocupes...
G: gracias Juan... dame el niño por favor...
Gabriel se aferró a su hijo, pues después de lo ocurrido se sentía sucio y quería que el calor puro de su pequeño limpiara su conciencia y lo tranquilizara...
Más tarde en la cocina, Juan preparaba una limonada cuando una de las sirvientas se le acercó y le preguntó: oye Juan, ¿qué sabes tú de Bruno?
J: ¿de Bruno? yo no sé nada, sólo que se fue y no tendría por qué saber más...
S: ay disculpa, no es para que te molestes, pero como sabemos de la relación cercana que tenían pues...
J: yo no tenía ninguna relación cercana con él...
S: bueno bueno no te enojes... aunque quizás te interese saber que él no se ha ido del pueblo...
J: ¿cómo lo sabes?
S: porque una comadre que tengo me dijo que el otro día lo vio merodeando en las afueras del pueblo y curiosamente otra me dijo que hace poco vio luces en la casa que los patrones tienen en las afueras... pa mí que no es coincidencia y el Bruno está escondido en esa casa ¿no crees?
Juan escuchó atentamente lo que la mujer le decía, pero no pudo responder pues Tadeo entró a la cocina y la sirvienta se marchó rápidamente...
T: hola Juan... qué calor está haciendo...
J: sí... ¿quieres un poco de limonada?
T: te lo agradecería...
Juan sirvió un vaso y se lo entregó al joven rubio que sonrío y bebió...
T: oye Juan ¿ya viste que en el parque hay una feria?
J: sí... es porque están celebrando al santo patrono del pueblo...
T: ah ya entiendo... y por qué no vamos...
J: ¿vamos?
T: sí... los dos solos...
J: pues si quieres que te acompañe para que te ayude en algo con mucho gusto...
T: no quiero que me ayudes en nada... sólo quiero que me acompañes... eso es todo...
J: y por qué no va con don Damián...
T: pues porque con quien quiero ir es contigo...
Juan se sonrojó ante la respuesta directa de Tadeo y no supo qué responder...
T: anda Juan qué dices... vamos esta noche... estoy seguro que Gabriel no te negará el permiso...
J: no... yo tampoco lo creo... es sólo que...
T: bueno, pues no se digas más... esta noche salimos tú y yo... a las 8 está bien...
Y Tadeo salió de la cocina guiñándole un ojo a Juan que sólo pudo sonreír lleno de ilusión...
Llegó la hora de la cena y en el comedor únicamente estaban Gabriel y Damián, que miraba lleno de ternura al castaño
Llegó la hora de la cena y en el comedor únicamente estaban Gabriel y Damián, que miraba lleno de ternura al castaño...
Llegó la hora de la cena y en el comedor únicamente estaban Gabriel y Damián, que miraba lleno de ternura al castaño
G: ¿qué tanto me ves?
D: que cada día luces más hermoso...
G: por favor Damián, no empieces...
Damián tomó la mano de Gabriel y le dio un beso: por qué te molestas... ¿es que no puedo decirte cosas lindas?... entiende que te amo...
Gabriel sólo sonrió...
D: y dime ¿te gustaron las rosas?
G: sí... están hermosas... gracias aunque no eran necesarias...
D: por supuesto que sí... de algún modo tenía que agradecerte por regalarme tanto placer con tu cuerpo...
El castaño se sonrojó y dijo: Damián, por favor no digas eso... alguien podría escucharte...
D: pero si estamos solos mi amor... además no tiene nada de malo... vivimos juntos y eres la madre de mi hijo... qué tiene de raro que hagamos el amor...
G: de cualquier forma prefiero que no hagas ese tipo de comentarios en lugares donde puedan escucharte...
D: está bien, pero donde sí los haré será en nuestro cuarto... ahí puedo decirte todo lo que siento por ti y también hacerte todo lo que quiera...
Damián sonrió pícaramente y Gabriel no pudo más que sonrojarse sin decir nada más...
D: por cierto ¿no has visto a Lucio?
Gabriel tartamudeó ante la pregunta: ¿a Lucio?... n-no, yo casi no lo veo...
D: debe estar muriéndose de coraje, por eso ni siquiera bajó a cenar...
G: y por qué está furioso ahora...
D: pues porque Tadeo vive con nosotros... no soporta la idea de que lo reconozca como un Montenegro...
G: y supongo que tampoco soporta a Ángel ni a mí... Damián, por qué no nos vamos de aquí... vámonos a otro lugar...
D: por qué me pides eso Gabriel... ¿es que acaso pasó algo?
G: n-no, es sólo que quizás estaríamos mejor en otro lugar donde Lucio no esté...
D: pues yo también lo creo, pero entiende que no puedo irme así como así... en esta Hacienda nació mi abuelo, después mi padre y también Lucio y yo... tiene mucho significado para mí y aunque en algún momento pensé en deshacerme de todo... ahora con el nacimiento de Ángel, me gustaría verlo crecer aquí en donde hemos crecido tres generaciones de Montenegro... ¿puedes entenderme?
G: sí... lo comprendo y que sea como tú quieres...
Damián se levantó de la silla y se acercó a Gabriel para besarlo tiernamente en los labios...
D. vámonos al cuarto ¿quieres?
Al sentir nuevamente la cercanía del cuerpo de Damián, Gabriel sólo asintió y se dejó llevar... ambos enamorados salieron el comedor y subieron las escaleras para dirigirse a su habitación...
Dentro de su recámara, Lucio escuchó como Gabriel y Damián cruzaron el pasillo para entrar a su cuarto... el pelinegro escuchó risas cómplices entre su hermano y el exsacristán... los puños de Lucio se cerraron y temblaron de rabia... el hombre no soportaba los celos que se acumulaban en su ser... rechinaba los dientes con solo pensar en lo que pasaba dentro de la habitación de Damián... imaginaba cómo su hermano besaba a Gabriel, cómo lo acariciaba y lo hacía suyo... en su mente veía a Gabriel gimiendo de éxtasis mientras era penetrado por Damián...
Los celos de Lucio provocaron que lleno de ira comenzara a tirar todo lo que había en su cuarto... tomó un cenicero y lo estrelló contra un espejo...
En el reflejo de ese espejo roto, Lucio se veía fragmentado y roto como su corazón, pero él aún no estaba derrotado por lo que se juró a sí mismo: Tú no eres mejor que yo Damián y todo lo que hay dentro de esta Hacienda será mío, incluyendo a Gabriel, sí, sobre todo él, que me ha humillado con su desprecio, va ser mío, completamente mío....
Mientras tanto, en el pueblo de Tierra Caliente se vivía la algarabía de una verbena popular... ahí Tadeo y Juan pasaron momentos muy agradables... como dos amigos disfrutaron de los juegos mecánicos y de los bocadillos típicos de una feria... los jóvenes se sentían transportados a su niñez, ambos habían pasado momentos muy duros, pero ahora nada de eso importaba....
T: jajajajaja... la verdad es que tenía mucho tiempo que no me divertía tanto...
J: jajaja... yo tampoco... me la he pasado muy bien...
Tadeo quedó viendo fijamente a Juan y un silencio incómodo se apoderó del lugar...
J: bueno, creo que es mejor que nos vayamos... ya es un poco tarde...
T: sí, está bien... vamos a la camioneta que quedó cerca de la iglesia...
Tadeo y Juan se alejaron del bullicio de la feria y caminaban por las calles oscuras rumbo al lugar donde dejaron estacionada la camioneta... en ese momento ninguno de los dos hablaba... el corazón de ambos latía muy fuerte y aunque querían decirse muchas cosas ninguno se atrevía a decir nada...
De pronto, Tadeo se detuvo...
J: ¿qué pasa? ¿por qué te detienes?
T: Juan... necesito hablar contigo... necesito decirte algo...
J: de qué se trata...
Tadeo se acercó al joven castaño y lo miró fijamente: Juan... estoy seguro que ya te has dado cuenta... y también estoy seguro que tú sientes lo mismo, por eso yo me atrevo a decirlo... aunque no tengo mucha experiencia quiero decirte que...
Juan tapó los labios del joven rubio impidiéndole seguir hablando: por favor Tadeo no digas más...
T: ¿por qué no?
J: porque lo que vas a decirme no puede ser...
T: y por qué no puede ser...
J: no te das cuenta... tú ahora eres hijo de uno de los señores Montenegro y yo... yo sólo soy un sirviente... soy muy poca cosa...
T: no... no vuelvas a decir eso Juan... tú no eres poca cosa... tú eres hermoso y vales mucho, incluso más que yo...
J: eso no es cierto y tú lo sabes... yo sólo soy...
T: a mí no me importan los apellidos, porque hasta hace muy poco yo no tenía uno... por favor Juan no permitas que mi apellido se interponga entre esto que sentimos...
J: no es solo tu apellido... son muchas cosas...
T: ¿cuáles? dímelas...
Juan no pudo evitar las lágrimas y dijo: tú te mereces alguien mejor... yo ya he sido de otro hombre y no puedo ofrecerte mi...
Tadeo limpió las lágrimas del chico: eso no me importa... yo sé todo lo que has sufrido y... yo tampoco he sido un santo, así que no puedo exigirte nada... lo único que quiero es tu amor... déjame borrar esas malas experiencias... déjame enseñarte a amar...
El rubio alzó el rostro del joven y viéndolo a los ojos dirigió sus labios a los labios del otro... el mágico momento fue interrumpido por unos estridentes aplausos... ambos chicos vieron de quién se trataba y se encontraron con Bruno, el excapataz de la Hacienda...
ambos chicos vieron de quién se trataba y se encontraron con Bruno, el excapataz de la Hacienda
B: bravo, bravo... sigan con su romance... te felicito Juanito, bastó que me fuera para que te lanzaras sobre el nuevo riquillo del pueblo... sobre el hijo bastardo de don Damián Montenegro...
Furioso, Tadeo intentó callar a Bruno: eres un hijo de...
Juan detuvo al rubio: por favor Tadeo... no le hagas caso, está borracho... vámonos de una vez... no te metas en problemas...
T: tienes razón, este tipo no vale nada...
Tadeo se dio la vuelta y con Juan se dirigió a la camioneta
Tadeo se dio la vuelta y con Juan se dirigió a la camioneta...
B: que no valgo nada... jajajajajajaja... aquí el que no vale nada eres tú, porque si no fuera porque te reconocieron seguirías siendo un don nadie... pero yo soy mucho más hombre que tú... pregúntaselo a Juan... que te cuente cómo lo hacía gemir y gritar cuando me lo chingaba... que te diga cuántas veces me lo follé hasta hacerlo desmayar, jajajajaja....
Las palabras de Bruno hirieron a Tadeo que sin aguantar más se lanzó sobre el hombre comenzando una pelea... el joven rubio estampaba sus puños sobre el rostro del excapataz, que a pesar de su estado de ebriedad se defendía bastante bien... él también le asestaba golpes al muchacho...
Juan muy asustado no sabía qué hacer, pues la calle estaba desierta: por favor deténganse... Tadeo ya no te pelees... Bruno no le pegues... Dios Mío, ayúdame...
Tadeo dio vario golpes en el estómago a Bruno, que comenzó a perder la pelea y un furioso joven le daba de golpes...
T: eres un desgraciado que se aprovechó de Juan, pero no volverás a tocarlo maldito... nunca le volverás a hacer daño... me entiendes...
Bruno ya estaba vencido, por lo que Juan se acercó a Tadeo y le pidió llorando: ya suéltalo, por favor no te ensucies las manos con él... ya no le pegues...
Tadeo soltó al hombre y dijo: tienes un gran corazón Juan... este tipo se merece la muerte y a pesar de todo tú no quieres que lo mate... solo por ti, lo voy a dejar...
Tadeo se levantó dejando tirado en el suelo a Bruno... Juan limpió el labio sangrante del rubio y nuevamente se dirigieron a la camioneta...
En ese momento, Bruno tomó fuerzas para levantarse y sacó de su bolsillo una navaja... sigilosamente se acercó a los chicos y Tadeo al percibir el peligro volteó logrando aventar a Juan para que no lo hirieran...
Bruno clavó su navaja en el abdomen de Tadeo que comenzó a sangrar abundantemente ante el grito desesperado de Juan: nooooooooooooooooooooooooooooooooooo
El excapataz se echó a correr dejando su navaja tirada y Tadeo cayó al suelo...
Juan corrió hacia el rubio llorando y gritando: Tadeoooo, por favor... no te mueras... ayudaaaaa... alguien ayúdeme, por favor.... ayudaaaaaaaaaaaaaaaaa

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